jueves, 26 de enero de 2012

"Las Calles de Salta y sus nombres": Eva Perón



UNA INVESTIGACIÓN DEL DR. RICARDO FEDERICO MENA


"Las calles de Salta y sus nombres": Eva Perón (primera entrega)

El Intransigente comenzó este especial que enorgullece a los salteños. Cada semana una entrega para saber sobre aquellos que nos identifican
Lunes, 19/09/2011 | 20:31 hs

                             
                             EVA PERÓN

          CALLE DE NUESTRA CIUDAD UBICADA SEGÚN 
                   PLANO 2- B 3- GUÍA MILANO 
                            PRIMERA PARTE 






                                                             Eva Duarte de Perón


Mucho es lo que se ha escrito acerca de Eva Perón, en sus distintos géneros, habiéndolo leído incluso en la novelas, cuya obra cumbre estuviera a cargo de pluma magistral del recientemente desaparecido periodista y hombre de letras, don Tomás Eloy Martínez, en su obra Santa Evita.

Muchos afirman que la conocieron, diciendo: “Era una aventurera- Una Mártir-Una Resentida- Una Fanática: pero para quiénes esto afirman, diremos que es muy difícil admitir que alguien conoció a Eva Perón en lo más profundo de su ser, ya que su personalidad era por demás compleja y singular. Fue una mujer que escapó a todos los moldes, inclusive a los que ella misma trazara, ya que su imagen fue deformada por chismes, calumnias, y también injurias a la que se vio sometida en los baños públicos. Esta no sólo fue deformada por las circunstancias mencionadas, sino que también fue cambiada por la adulación y la obsecuencia. Estas maniobras parecieran ser patrimonio de los argentinos, que aún hoy, esgrimen estas mismas prácticas, para demoler o engrandecer las figuras que ejercitan el poder de la República. Entonces es muy difícil separar la paja del trigo, entre tantas distorsiones. Durante varios años, su nombre fue conocido como: Dama de la Esperanza, Madre de los Humildes, Jefa Espiritual, Santa Evita, entre otras denominaciones, como así también ocurrió, que su nombre fuera prohibido durante años, por expresa disposición legal, y omitido de las radios y de los diarios.

Aún hoy, luego de tantos años de su desaparición, su solo nombre despierta las más difíciles contradicciones que van desde la lealtad, entrega y dedicación y sacrificio, hasta sus antípodas, el narcisismo, venganza, ostentación o despilfarro. Como podremos imaginarnos, resulta complicado poder amalgamar tan dispares conceptos. Ella misma confesó tener varias personalidades, y usarlas alternativamente según las ocasiones, de manera que, es muy difícil establecerlo. Donde uno puede bucear más desapasionadamente, no es precisamente en su historia, tan comentada y tan escrita, sino en su prehistoria, es decir en todas aquellas circunstancias por conquistar lo que la vida le había negado. Se trata de aquella época dura, en que trataba de triunfar en el ambiente artístico; época ésta que se mantiene sin odios y sin adulaciones, y donde puede escarbarse su esencia, proyectada guste o no guste, en la trama íntima de la historia. Se trata de le época transcurrida entre los años1934 y 1943, donde una jovencita no demasiado bonita, llega a la gran capital, para abrirse camino en absoluta soledad, y pelear sin desmayos por alcanzar el triunfo. Es en la prehistoria de María Eva Duarte, cuando todavía así se llamaba, o simplemente Eva Duarte, donde pueden encontrarse las claves de lo que fue posteriormente.


                                          Eva Duarte
María Eva Duarte nació en 1919, en un pueblito frente a los campos pertenecientes a la tribu de Coliqueo, a más de doscientos kilómetros de Buenos Aires, más específicamente en Los Toldos, surgido a la vera de las vías del ferrocarril. Eran años estos, donde gobernaba don Hipólito Irigoyen. Sucedió que, en el año 1945, se adulteró la partida de nacimiento de Eva, cambiándola del 26 de abril de 1919, al 7 de mayo de 1922, cuando entonces su futuro marido tenía ya 24 años. Fue la quinta hija de la unión de hecho de don Juan Duarte y de doña Juana Ibarguren. Su padre fue un estanciero importante en General Viamonte, teniendo su familia legal en Chivilicoy. Su madre, doña Juana, ejerce su matriarcado sin avergonzarse, dado que no fue ni será una excepción dentro de los campos de nuestro país. Su año de nacimiento, marcan los finales del poder conservador en la zona, pues el pueblo era ya dominado por los radicales de clase media. Los Ibarguren, de origen vasco, eran en Buenos Aires, pertenecientes a una clase media en ascenso, según el historiador Jorge Capsitsky, dado que un hermano de Juana llegó a ser Jefe de la Estación de Ferrocarril, cargo éste que sólo era superado en estatus por el de Comisario del pueblo. La familia conformada por don Juan Duarte y doña Juan Ibarguren era respetada públicamente, ya que todo estanciero tenía derecho a mantener una familia suplente. Es así como don Juan Duarte, tuvo con ella a Elisa, Arminda, Blanca, Juan y Eva, siendo reconocidos por su padre. Pero hay algo que marcará la vida de la futura Eva Perón, y es, que al morir su padre, doña Juana quiere que sus hijos concurran al velatorio. La pequeña Evita, ese 8 de enero de 1926, cuenta con siete años, y se traslada en sulky, hacia uno de los recuerdos más penosos de su vida, pues doña Juana quiere que concurran a despedir los restos de su padre. Estela Grisolia, mujer legítima del muerto, les niega el derecho a despedirlo, pero un hermano de don Juan Duarte, intercede para que lo hagan, permitiéndoles seguir el féretro en fila india, hasta el cementerio de la localidad. Este episodio, hoy perimido, marcará para siempre en su alma y en su conciencia el concepto de marginalidad. Evita jamás olvidará este triste episodio. Ese mismo año Juan Domingo Perón, egresa de la Escuela de Guerra, con las mejores notas de su promoción, y se casa con doña Aurelia Tizón, apodada “Potota”, joven de 20 años, egresada del Colegio de la Misericordia.


Los Toldos- Buenos Aires

Después de la muerte del padre de sus hijos, doña Juana Ibarguren se traslada con su familia a vivir a la localidad de Junín, cuando don Hipólito Yrigoyen, transitaba su segundo período de gobierno. Pronto doña Juana recibirá pensionistas que le ayudarán a mantener su prole. Elisa casará posteriormente con el Mayor Arrieta y Blanca con el Dr. Álvarez Rodríguez, mientras que Juan Domingo Perón por aquellos años, vive un romance de novela rosa con su esposa Potota, y residen en la calle Zapata 315 de la ciudad de Buenos Aires. Por entonces Perón es ya un joven de 38 años, y ya se asomaba su frustración: la necesidad de un hijo. Su esposa admiraba a actores cinematográficos, como Charles Boyer y tocaba y cantaba con la guitarra. Organizando funciones caseras para los chicos del barrio, cuando la sombra aciaga de un sarcoma comenzaba a lamerle las carnes, para luego la matarla.

Entretanto el 20 de octubre de 1933, Evita que ya soñaba con ser actriz, participaba de una representación colegial: Arriba Estudiantes, y no había poder humano que la convenciera de que su destino era ser actriz.

Años más tarde, es decir en 1948 decía: “Cuando hablo a los hombres y mujeres de mi pueblo, siento que estoy expresando aquello que intentaba decir cuando declamaba en la fiestas de mi escuela”. 

                                                 Eva Duarte

Corría el año 1944, cuando un gran cantor de honda repercusión popular don Agustín Magaldi, se conecta conJuancito Duarte, conocedor mediante su simpatía, de gente del ambiente teatral, entre ellas a los dueños del local donde actuaría este consagrado cantor. Ocurrió en aquella oportunidad algo insólito, sólo previsible en las mujeres de alto temperamento: Juan hace entrar en el teatro a su hermana Eva, y, para sorpresa de Magaldi, ella le pide que la lleve a Buenos Aires. Pero las dudas del cantor se multiplican. La niña es menor de edad y él no quiere líos. Doña Juana interviene en el asunto y ruega a don Agustín que la lleve. Magaldi finalmente cede a la presión de sus interlocutores, pues él es un hombre serio, y siempre realiza sus giras artísticas acompañado de su mujer. En consecuencia Evita va a vivir bajo el techo de los Magaldi, y se compromete a no apartarse de ellos, pero a los pocos días se despide de sus protectores, a los que imaginamos los habría usado para llegar a Buenos Aires, e iniciar la carrera de sus sueños; la carrera que de alguna manera la había obsesionado desde los tiempos de la escuela.

Continúa en una segunda entrega

Dr. Ricardo Federico Mena 
para 



Las calles de Salta y sus nombres: Eva Perón (segunda entrega)

El Intransigente comenzó este especial que enorgullece a los salteños. Cada semana una entrega para saber sobre aquellos que nos identifican
Miércoles, 28/09/2011 | 18:44 hs

                                       EVA PERÓN
                     CALLE UBICADA EN BARRIO JUAN MANUEL DE 
                          ROSAS –PLANO 2-B3-GUÍA MILANO

                                  SEGUNDA PARTE 

                                                                   Eva Duarte de Perón

El destino de Evita pudo ser un destino común, un destino como el de cualquiera de las muchachas de su pueblo, o de cualquier otro pueblo, pero, le atraían la luces de la ciudad, traía en su equipaje sueños de artista, de personaje de marquesinas y de las luces. Ya desde muy pequeña solía esperar el tren que venía de Buenos Aires y, al fin sus sueños se veían parcialmente cumplidos, pues estaba incrustada en la gran capital del país: Buenos Aires. Luego de salir del ala protectora de los Magaldi, se aloja en un hotel de la calle Callao, entre Corrientes y Sarmiento. Está mareada por las luces de Buenos Aires, todo le asombra y la deleita, y por ende está fascinada con esta nueva situación. La alucinación no le permite pensar que la vida en la gran ciudad es harto difícil ya que carece de recomendaciones, de aptitudes, y es el momento en que comienza a peregrinar por distintos ámbitos, sin resultado alguno. La ropa comienza a deteriorarse, los zapatos le dicen a gritos ¡Basta! Finalmente, decide pedir a los Magaldi algunas recomendaciones, para trabajar según ella de cualquier cosa. No tiene dinero para afrontar los gastos, y muchas veces no tiene con qué entretener el estómago, que está vacío. Pero al decir de numerosos autores, ella tiene un empecinamiento salvaje, una voluntad que la salvará de la derrota y de la miseria. Pelea con la fuerza de una leona, y a los cuatro años, tendrá ya su propia compañía de radioteatro; a los diez años un millón de personas vocearán su nombre y catorce años más tarde trescientos mil españoles vocearán también el nombre de esta mujer. Sus seguidores la llamaron “la Dama de la Esperanza”, lo que le permitió con natural desenfado decirle al mismísimo General Franco: “-Cuando quiera volver a juntar tanta gente, llámeme”.
Su hermano Juan la insta a volver a Junín, en sus momentos más duros, cuando transcurrían días en que los radicales decidían, abandonando sus ideas revolucionarias, votar en las elecciones convocadas por Justo, pero ella no se convencía a pesar de que por aquellos días tenía hambre. Responde enfáticamente: - “Dejáme, la Nena sabe lo que hace”, cuando debe en el hotel donde se aloja, tres meses de renta, y merodea por Radio Belgrano, en la esperanza de encontrar cualquier trabajo, pero don Jaime Yankelevich, advertido de sus necesidades le costea diariamente al menos su café con leche. Evita nueve años más tarde, en un desplante desagradecido, cuando Yankelevich, hacía todo lo posible por complacerla, ella le decía: “¡En cualquier momento me voy a Radio Splendid, donde me pagarán mejor!”.



Finalmente Eva Duarte se convence de que, para triunfar debe estudiar arte dramático, y es entonces cuando empieza a estudiar en el Consejo de Mujeres, aunque brevemente. Y así las cosas consigue el 28 de marzo de 1935, un pequeño papel en la “Sra. de los Pérez”, dentro de la Compañía de Eva Franco. Luego seguiríaMadame Sans Gène, donde haciendo el papel de lavandera gana tres pesos por función.

Alguien que la conoció en sus primeras épocas decía que era una chica pueril, romántica, tanto es así que durante uno de sus ensayos uno de sus compañeros le instó que demostrara sus adelantos artísticos, subiéndose a una silla con una vela en la mano. Ella no cayó en cuenta que se trataba de una burla cruel. No obstante, esa mujercita pueblerina, pueril, que ya había conocido las adversidades de la vida ingrata de Buenos Aires, sería la misma que cambiando la historia gritaría: “¡Hay que sacar la gente a la calle!”. 


                                             Eva Duarte en su faceta artística

Su carrera artística continúa en el año 1936, con una gira por el interior del país, con la obra “El Beso Mortal” con el acompañamiento de Pepita Muñoz Eloy Álvarez. Aquí se pone de manifiesto una vez más, su personalidad inquebrantable, pues al contraer uno de los compañeros del elenco una enfermedad infecto contagiosa, contrariando la prohibición de visitas, lo mismo la realiza, contagiándose. Lo mismo ocurrirá catorce años después en la Secretaría de Trabajo y Previsión, al besar en la boca a una mujer, sin tener en cuenta las pústulas que revientan en su boca. Eva tiene esos gestos, como también los tiene de envidia, celos y agresión. Actuando en “Las Inocentes”, donde recitaba en latín, protagonizó un escándalo mayúsculo en los camarines, disputando un ramo de flores con Eva Franco, a la sazón “cabeza de compañía”. Al decir de uno de sus biógrafos, esa noche Eva Duarte “salió con unas flores más, pero con un trabajo menos”. En aquellos momentos, Juan Domingo Perón es ascendido a Teniente Coronel. Continuó así su peregrinaje, suplicando a todos los actores y actrices conocidos, le tiraran algún papelito con el cual poder seguir tirando.

Siendo ya Eva Perón, sus enemigos le endilgaron numerosos amantes, durante aquella sórdida vida primera. Queda para la imaginación lo que sus “amigos influyentes” hacían por esta muchacha si bien joven, sola, no muy agraciada, huérfana de vinculaciones y sin grandes dotes artísticas. En 1937, Evita confiesa, haberse enamorado del Director de la Revista Sintonía, que a la sazón era el vehículo de toda consagración profesional. El Director era el corredor de automóviles, Emilio Kartulovich. Este Director le ayudó a conseguir su debut en el cine, con la película “Segundos Afuera”, filmada por Argentina Sono Film, y con la ctuación dePablo Palitos Pedro Quartucci. En aquellos momentos las revistas especializadas le atribuyeron un romance secreto con Quartucci, y con Pascual Pellicotta, con el que debutó en el Teatro Comedia. Eva Duarte seguirá trabajando en Radio Argentina y se conectará con Pampa Film.

A todo esto, julio de 1937, Perón ya es Profesor Suplente de la Escuela de Guerra, mientras Evita ya ha superado la etapa de las hambrunas, a pesar de no haber logrado el sueño de ser una gran actriz; es apenas una figura de tercer orden, y posa como modelo para algunas firmas comerciales.

Un amigo de aquella época le propone hacerse una cirugía estética en la cara, pero luego de meditarlo bien, no concurre al turno concedido, pues se niega a cambiar su propia imagen. Lo mismo pasará con su nombre, del cual manifestará no arrepentirse ni avergonzarse nunca.

Dice Tomás Eloy Martínez en su novela Santa Evita, relatando la impresión de una de las actrices que la conocieron en aquella su prehistoria: “Tenía el pelo negro cuando la conocí”. “Sus ojos negros melancólicos miraban como despidiéndose: no se le veía el color; la nariz era medio tosca, medio pesadota y los dientes algo salidos. Aunque lisa de pechera, su figura impresionaba bien. No era de esas mujeres por la que se dan vuelta los hombres en la calle: caía simpática, pero a nadie le quitaba el sueño. Ahora cuando me doy cuenta de lo alto que voló, me digo: ¿dónde aprendió a manejar el poder, esa pobre cosita frágil, cómo hizo para conseguir tanta desenvoltura y facilidad de palabra, dónde sacó la fuerza para tocar el corazón más dolorido de la gente? ¿Qué sueño le habrá caído dentro de los sueños, qué balido de cordero le habrá movido la sangre, para convertirla tan de la noche a la mañana en lo que fue: una reina?”. 

“Decía el maquillador de sus dos últimas películas: se notaba que era ordinaria, por más base y colores que le pusiéramos, no había forma de enseñarle a sentarse con gracia, ni a manejar los cubiertos, ni a comer con la boca cerrada. No habrán pasado cuatro años y volví a verla: Una diosa. Las facciones se le habían embellecido, tanto que exhalaba un aura de aristocracia y una delicadeza de cuento de hadas (…) La belleza le crecía por dentro, sin pedir permiso”. 




Durante un corto tiempo, se hace llamar Eva Durante, en la esperanza de capitalizar el nombre del actor norteamericano Jimmy Durante. Poco a poco la vida comienza a serle más llevadera, pues tiene un buen trabajo, y una firma comercial auspicia un ciclo radial con su nombre. Llega el tiempo de cambiar de domicilio, y se muda al Hotel Savoy, y comienza a hablarse de un noviazgo con un rico industrial. Todo comienza a desvanecerse luego, pues debe ayudar a su hermano querido, Juan que ha cometido un desfalco en la Caja de Ahorro Postal. Vende todo lo que tiene, y que duramente ha conseguido. Debe entonces mudarse a un inquilinato ubicado en la calle Río Bamba, entre Corrientes y Lavalle. Posiblemente, es a partir de aquella fecha cuando adopta ese gesto duro que conservará hasta el final.

El día 10 de septiembre de 1937, muere María Aurelia Tizón de Perón a los 29 años de edad. Perón la lloraba todas las noches y según afirma la familia Tizón, prometió antes de morir su esposa jamás volver a casarse. En 1945, cuando el Coronel Perón se casa con Eva Duarte, declarará que su estado civil es soltero
Continúa en una tercera entrega


"Las Calles de Salta y sus nombres": Eva Perón (tercera entrega)

El Intransigente comenzó este especial que enorgullece a los salteños. Cada semana una entrega para saber sobre aquellos que nos identifican
Martes, 04/10/2011 | 08:22 hs


                                 EVA PERÓN 
             CALLE UBICADA EN EL BARRIO JUAN MANUEL DE
                          ROSAS PLANO 2 B3 
                            TERCERA PARTE






En los años que precedieron al 45, Eva Duarte pasa a protagonizar algunos papeles dell cine argentino, y es así como participa en el año1939 en la película “La Carga de los Valientes”, “El Más Infeliz del Pueblo” en 1940, “Una Novia en Apuros”, 1941. Las piadosas revistas de la época le endilgan no menos de una media docena de desengaños amorosos, pero es en el año 1943, cuando Evita logra el tope de su carrera artística al ser considerada “la artista sentimental de los radioteatros porteños”. Ese mismo año Juan Domingo Perónllegaba desde Italia donde se desempeñara como agregado militar, y participa de un movimiento revolucionario con el grado de Coronel.

Un por entonces estudiante de filosofía y Letras, Muñoz Azpiri, es quién redacta los guiones de aquellas efusiones radiales, y es asimismo quién más tarde redactara algunos de sus discursos. Las radios de aquellos días promovían vidas de mujeres importantes de la historia, en la voz de Eva Duarte, que ponía vida a Isadora Duncan, Madame Chiang Kai Shek, Lady Hamilton, Rosario Pérez Zelada, mártir de la fiebre amarilla, Josefina de Francia, Ana de Austria, Alejandra Fedorovna, última zarina y de Isabel de Inglaterra. Durante esos tiempos muchas señoras de las ciudades de este país, vivieron al ritmo de esas obras donde Eva, protagonizaba el primer papel. Lo que nos se sabía era que, esa efervescencia radial estaba promocionada por elTeniente Coronel Aníbal Imbert, que era a la sazón el personaje de más poder en las radios, al ser funcionario del gobierno de facto.

El destino siempre imprevisible hace que durante tres minutos y medio, el 15 de enero de 1944, un terremoto destruyó la ciudad de San Juan. Como siempre ocurre en estos cataclismos, todos los círculos profesionales, gremiales y artísticos se convocaron para la ayuda humanitaria. Eva Duarte, ya había aparecido en dos oportunidades en la tapa de la “Revista Antena”, y en esta caótica situación, junto a un nutrido espectro de artistas de país, sale portando alcancías para colectar dinero que ayude a la reconstrucción de la ciudad. Participa activamente de reuniones destinadas al efecto, pero es el 22 de enero de 1944, cuando en momentos de realizarse un enorme festival, conoce al Coronel Perón, que por aquellos tiempos vivía en la calle Arenales al 3200, con una joven mendocina, apodada “Piraña”. Ni lerda ni perezosa, Eva Duarte, desplaza a la mendocina y se traslada a un departamento que ella tenía en la calle Posadas y que alquilaba, para cuando pudiera ocuparlo, cuando se casara con un industrial con el que estaba relacionada. Poco tiempo después se hizo cargo de un programa titulado “Hacia un Mundo Mejor”, que estaba dedicado según el historiador Jorge Capsitski, a exaltar la obra de gobierno, del que participaba el Coronel Perón. 


    


La prehistoria de Eva Perón, no es fácil de dilucidar, pues para quienes la aman, obvian estas épocas anteriores, prefiriendo pensar que había nacido en cuna de oro, olvidando la pobreza, y naciendo aquel mítico 16 de octubre de 1945. Para quienes la odian, esa misma oscura incertidumbre, permite cualquier clase de infundios y desbordes acerca de la vida de este personaje que se convirtiera en un instrumento clave y gravitante para la política de esos años. Dicen los historiadores que, aunque existieron numerosos testigos de aquel tiempo, fue harto difícil, confrontar sus testimonios con la realidad, de modo que es preferible colocarse a media distancia de los que se dijo, y de lo que fue. Pero a pesar de ello, es necesario saberlo, para poder de alguna manera definir el carácter y la futura actuación de esta persona que luego sería Eva Perón.

Entre las personas que la odiaron obsesivamente fue Ezequiel Martínez Estrada, que en una ocasión escribiera:“Ella era una sublimación de lo torpe, ruin, abyecto, informe, vengativo, ofídico; Y el pueblo vio que encarnaba, atributos de dioses infernales. Su resentimiento contra el género humano (sic), propio de una actriz de terceros papeles, se conformó con descargarse contra un objeto concreto: la oligarquía y el público de los teatros céntricos”. Se notaba en ella decía el autor, una desesperada ansiedad por saciarse de todo aquello que en su época desgraciada le fue negado. Sí se debe rescatar que nunca se sintió abrumada ni vencida, sólo acorralada, y que en aquellas ocasiones peleó intensamente, quizá no de la mejor manera, pues debió recurrir muchas veces a interesados protectores, para pagar el tan mentado “derecho de piso”. Estas ofensas a las que la sometió la vida, le permitió en años posteriores a emerger en un ambiente distinto a su medio, convencida para si misma de su pureza, arrastrando siempre los rencores que ella consideraba legítimos, y que ella los esgrimía como una espada, pronta a caer sobre el enemigo.

Decía alguno de sus biógrafos, uno de los dichos pronunciados en sus discursos: “Mi sectarismo es todo un desagravio. Durante un siglo, los privilegiados fueron los explotadores de la clase obrera; hace falta que esto sea equilibrado con otro siglo en que los privilegiados sean los trabajadores”.
Hablaba de los ricos y decía lo siguiente despectivamente: “Los obreros todavía tienen que subir, pero los ricos tienen mucho que bajar…”. Pero ocurre que, los ricos siguieron siendo ricos y un amplio sector enancado en la política, se hizo rico, pero sin amarla. Los ricos tampoco la amaron.


Tumba Eva Perón en Cementerio Recoleta, Buenos Aires 
Eva Duarte convocaba fuertes rencores y fuertes amores. Ya habíamos enunciado lo que Ezequiel Martínez Estrada decía, y así como él, miles de hombres y mujeres de la Argentina, la denostaban con el epíteto “La Yegua”. Los que la amaban, se sintetiza en una carta escrita por un chico cualquiera que decía: “Querida Evita: Yo quiero para los Reyes, cualquier cosa con tal de tener un recuerdo suyo, pero no tengo bicicleta”. Los obreros ferroviarios que eran sus opositores, la admiraban a pesar de que sabían que había echado a patadas de su garita, a un guardabarrera huelguista, al grito de: “¡Y vos te decía comunista chabón!”. Ni sus más enconados enemigos podían negar que se dio totalmente, hasta cumplir lo que se había propuesto el 4 de junio de 1952, es decir exhibirse hasta último momento ante su pueblo, en ocasión del segundo mandato presidencial de Perón, tras tres inyecciones calmante, y su boca crispada, sin siquiera poder mover el cuello, casi traslúcida enfrentando al enemigo que la devoraba por dentro.

Decía Tomás Eloy Martínez en un tramo de su novela “Santa Evita”: “Nadie se daba cuenta que su enfermedad la adelgazaba, pero también la encogía. Como le permitieron vestirse hasta el final, con los pijamas de su marido, Evita flotaba, cada vez más suelta en la inmensidad de aquellas telas. “¿No me encuentran hecha un jíbaro, un pigmeo? les decía a sus ministros que rodeaban su cama. Ellos le contestaban con alabanzas: “No diga eso señora. Si es un pigmeo usted, ¿nosotros qué seremos: piojos, microbios?”. La enfermeras en cambio le daban vuelta la realidad: “¿Ve lo bien que ha comido hoy?”, repetían mientras le retiraban los platos intactos. “Se le nota un poco más rellenita señora”. La engañaban como a una criatura y la ira que le ardía por dentro, sin salida, era lo que más le ahogaba: más que la enfermedad, que el decaimiento, que el terror insensato de despertarse muerta, y no saber qué hacer. 
Próximamente una nueva nota acerca de la prehistoria de Eva Duarte de Perón 
 

"Las Calles de Salta y sus nombres": Eva Perón (cuarta entrega)

El Intransigente comenzó este especial que enorgullece a los salteños. Cada semana una entrega para saber sobre aquellos que nos identifican
Miércoles, 12/10/2011 | 17:34 hs

                           EVA PERÓN 
                       Cuarta Entrega
 
             CALLE DE NUESTRA CIUDAD UBICADA EN 
                    Barrio Juan Manuel de Rosas 
                     Plano 2-B3-Guía Milenium 

Decía Eva Perón en alguna oportunidad: “El amor no es ninguna lección que yo aprendí, ni sentimentalería romántica, ni pretexto literario. El amor es darse y darse; es dar la propia vida”. En nuestra nota anterior habíamos dicho que, dado su carácter forjado de adversidades y templado en las más angustiosas circunstancias, no le hubiera permitido faltar a la cita del 4 de junio de 1952, cuando la segunda asunción presidencial de su marido Juan Domingo Perón, casi no podía creerse que esta frágil mujer pudiera tener el empeño y la decisión para asumir este papel, cuando diez años antes no se atreviera a realizarse una cirugía estética, sugerida por sus mentores, en beneficio de su carrera artística. 


Eva Duarte en su primera época
Aquel día trató de mostrarse más bella que nunca, a pesar de que la enfermedad la devoraba salvajemente por dentro. Estaba extremadamente delgada y traslúcida, pero a pesar de ello, una extraña fiebre la hacía arder en los fuegos de su propio fanatismo. Estaba el la cúspide de su poder, pero no podía dar un paso atrás, pues era la hora de las justificaciones, de todos esos años miserables de un sórdida prehistoria. No podía aflojar, menos ahora, sin perder esa fortaleza que hacía temblar a sus opositores y aún a sus ministros. Se decía que no pocas veces hizo aterrorizar y dar un paso atrás al mismísimo Perón. De alguna manera sentía que su existencia estaba justificada.

Se le escuchó decir en algunas oportunidades: “Cuando Perón tiene los ánimos por el suelo- ella utilizaba otras palabras más fuertes- yo se los levanto a patadas…”.
Dicen quienes la siguieron y la amaron, que ella tenía la intuición muy clara, el sentido de esa misteriosa transmutación de una Eva Duarte de los tablados de tercer orden, a esa otra Eva que se encaramara en la cúspide de los escenarios mayores de la República. En el libro “La Razón de mi Vida”, decía: si no hubiera llegado a ser lo que soy, toda mi vida hubiera quedado sin sentido”.



                                  Primera comunión de Eva. 7 años
En la vida debe haber millones de seres humanos que transitan caminos oscuros, miserables y hasta vergonzantes, que no saben levantarse de su propio barro, soñando quizá en vencer sus propias frustraciones, sin atinar a cómo hacerlo. Eva Perón tuvo la suerte de poder cambiar sus primeros años de miseria por escasos años dorados donde ejerció su poder de manera discrecional, omnímoda diríamos, pues debe haberse sentido una predestinada de un fin supremo, donde sus primeras penurias le hicieran salir de ese fuego infernal, para emerger templada y recia para cumplir su objetivo.

Todos estos episodios se trasladaron de alguna manera a su vida pública, expresados en su alta agresividad hacia la clase alta, los “oligarcas”, como solía llamarles. Esta clase en sus primeros momentos trató de atraerla, invitándole a sus reuniones de “five o’clock” o en su defecto a las honorables comisiones de beneficencia. Jamás aceptó estos convites, quizá fuera la venganza de una chiquilina de siete años, a la que los reconcomios almacenados en algún lugar de su alma, le volvieran a aquellos años, cuando se le impidiera despedir los restos de su padre muerto. Lo que nunca llegó a conocer, es que de acuerdo a los genealogistas cordobeses, por parte de una de sus abuelas apellidada Núñez, descendía directamente de mismísimo fundador de la ciudad de Córdoba.


         Perón sostiene a Evita en el acto del 17 de octubre de 1951
Esta alta agresividad hacia la aristocracia, se extendía hacia las actrices que fueron sus compañeras o acaso rivales en los momentos oscuros de sus inicios actorales.

Cuentas quienes bucearon en su historia y reproducidos en algunos textos, que la ex reina de España, al manifestar su deseo de conocerla, le respondió: “Que se ponga en camino, como todo el mundo”. De la misma manera, volviendo a desconocer las reglas del protocolo, le permitió inferir un terrible desaire a la Reina de Inglaterra: “O me aloja en el Palacio de Buckingham, o no voy”. ¿Por qué lo hacía? Quizá fuera la manera de resarcirse de tantas representaciones en que personificaba a reinas, zarinas o mujeres de alta importancia para la vida de los países. Todos estos desatinos eran perdonados no sólo por las mujeres y hombres del pueblo, sino también por sus asesores y ministros que temían contradecirle. Las mujeres del Partido Peronista Femenino, le seguían ciegamente, y en más de una oportunidad salvaron con sus votos la candidatura de Perón.


Eva llora y abraza a Perón durante el acto del 22 de agosto de 1951
Eran realmente un misterio las transmutaciones de esta mujer, a la que se amaba y odiaba con la misma intensidad. Sus descamisados siguieron su carrera ascendente, con la misma pasión de propiedad personal. En algún momento de su vida fue una reina de cuentos de hadas, pues a pesar de despotricar en contra de los ricos y aristócratas, no temblaba a enfundar las más costosas joyas, ni usar los más exquisitos modelos traídos de París o de Florencia, cuando ellos solamente eran usados por personajes de la alta nobleza y la burguesía pudiente de allende el mar. Sabía positivamente que el pueblo y sus “cabecitas negras” o “descamisados” jamás osarían en criticarle, pues se sentían también de alguna manera ataviados de la misma forma.

Eva Perón tuvo una vida pública de tan sólo siete años, pero en ese escaso tiempo, fue adoptando personalidades diferentes, de acuerdo a sus cambios espirituales. Su carrera comenzó con un atuendo sencillo y una sonrisa hasta diríamos cándida. Estamos hablando de cuando acompañaba a su marido en la campaña presidencial de 1946, y ensayaba sus primeros intentos oratorios desde el tren, donde recorría las provincias en gira proselitista. Después, cuando vio afianzado su poder, amplió su escote y comenzó cargarse de joyas, luciendo deslumbrantes vestidos de fiesta, participando en una comida oficial al lado del Cardenal Copello, que es de pensar desviaría su mirada para no contemplar los hombros desnudos de la primera dama.


                                           Casamiento Eva Duarte y Juan Domingo Perón
De vuelta de su viaje a Europa, comenzó a hacer más sencilla su vestimenta y su peinado, que conformaba una complicada red de trenzas doradas; se convierte poco a poco en un rodete simple de cabellos tirantes, como el que usaría cualquiera de las mujeres que circulaban por la ciudad. También sus costosos vestidos de Dior, se van transformando en sencillos trajes sastres o en su defecto en comunes conjuntos de lana. Su figura también sufre transformaciones, al volverse más afinada y su aspecto más austero. El rostro se le tensa y aparenta una cierta iracundia que se acentuará con el transcurso del tiempo. Su aspecto se masculiniza de cierta manera, pero acaso ese nuevo aspecto le sienta mejor, sin dejar de ser femenina. Se profundizan sus rencores y sus ganas de hacer cosas por su pueblo.Tenía bajo sus órdenes tres instituciones de enorme poder, como lo eran la CGT, elPartido Peronista Femenino y la Fundación Eva Perón. En realidad queda para la especulación, el giro que Eva Perón hubiera tomado de haber vivido algunos años más. La vida se le interrumpe tempranamente, y quizá hubiera girado hacia a la izquierda. No lo sabemos, sólo lo suponemos. La vida se le trunca cuando estaba apareciendo recién la verdadera naturaleza de Eva Perón. Llegó al final de su camino, escuálida, desmadejada, y no pudo observar su multitudinaria despedida. Sus ocho mil coronas de flores y las 2000 personas contusas y las desmayadas que pugnaban por ver su cadáver, reducido al de una muñeca o al de una niña de doce años. Tampoco pudo prever que su cadáver sería un elemento más de su mito. Fueron sólo siete alucinantes años, explosivos y vertiginosos, de amores y de odios.




Vale culminar con uno de sus dichos: “Mi vida es de ustedes”, reproducido por Tomás Eloy Martínez en su obra “Santa Evita”.

En el comienzo de esta novela, la más traducida a los distintos idiomas del mundo, dice:

“Al despertar de un desmayo que duró más de tres días, Evita tuvo al fin la certeza de que iba a morir. Se le habían ya disipado las atroces punzadas en el vientre, y el cuerpo estaba de nuevo limpio, a solas consigo mismo, en una beatitud sin tiempo y sin lugar. Sólo la idea de la muerte no le dejaba de doler. Lo peor de la muerte no era que sucediera. Lo peor de la muerte era la blancura, el vacío, la soledad del otro lado: el cuerpo huyendo como un caballo al galope…”




Dr. Ricardo Federico Mena 
para 
Currículum abreviado del Dr. Federico Mena El Dr. Mena- Martínez Castro es odontólogo y ha escrito dentro de su profesión diversos trabajos de investigación clínica, como asimismo acerca de variadas materias: Historia, Genealogía, Poesía, Novela, Teatro y Cuento. Pertenece a distintas instituciones académicas de la región y de Buenos Aires, entre ellas es Miembro de Número del Centro de Estudios Históricos y Genealógicos “Gens Nostra” (Centro de Estudio Hispanoamericanos) con sede en Buenos Aires, Miembro correspondiente del Centro de Estudios Genealógicos de Tucumán, Miembro Fundador y de Número del Centro de Investigaciones Genealógicas de Salta, Miembro Correspondiente del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos, Miembro de los Institutos Güemesiano, Belgraniano y Sanmartiniano de Salta, etc. Es autor de importantes trabajos dentro del cancionero popular, dos veces ganador en el Concurso Nacional de la Zamba ( zambas destacadas). Ha recibido numerosos premios provinciales y nacionales en su quehacer, entre los que se encuentran, el Primer Premio de Novela en el año 2000. Ha recibido de la Provincia de Salta el Premio al Mérito Artístico, etc. Colabora con EL INTRANSIGENTE en su columna “Las Calles de Salta y sus Nombres”.

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