sábado, 31 de marzo de 2012

Jorge Rulli, autor de ‘Pueblos Fumigados’: “Argentina, república sojera, es un gran laboratorio de las corporaciones”



Miembro de la Resistencia Peronista en sus inicios, sufrió la cárcel y sobrevivió milagrosamente a la tortura. El golpe de 1976 le significó nuevamente la prisión y el exilio. Hoy, experto en desarrollo sustentable y uno de los referentes del Grupo de Reflexión Rural, Jorge Rulli vive en su granja de Marcos Paz. Su militancia no terminó, sólo ha cambiado.

A través de sus programas radiales, sus constantes giras por el interior del país y sus libros, insiste en que Argentina ha sido convertida en un gran laboratorio de las corporaciones, una república sojera donde el récord de exportaciones se paga con la multiplicación de los casos de cáncer y miles de niños que nacen discapacitados.

“Pueblos Fumigados”, su último libro, es una documentada recorrida por la otra cara de la colonia fértil, donde se repiten casos como el de las Madres de Ituzaingó (Córdoba) que recién ahora son escuchadas por la Justicia luego de denunciar por una década, que de cinco mil personas que viven en su barrio, el 35 por ciento padece cáncer debido a las fumigaciones.

¿Cómo aparece el pool sojero y de qué manera va transformando el agronegocio al campo y la economía nacional? Se discute sobre la extranjerización de la tierra, algunos hablan todavía de la tenencia. ¿Tiene sentido seguir planteando estos temas cuando millonarios como Grobocopatel se describen irónicamente como parte de la “gente sin tierra”?

-El pool sojero fue una innovación empresarial llevada adelante por sectores del agro argentino, una innovación que solucionó a las grandes corporaciones trasnacionales el despliegue de la sojización y de los monocultivos sobre el territorio, en plazos breves y a una escala desmesurada, superando con facilidad las limitaciones existentes en el campo argentino. Me refiero a la propiedad de la tierra, a la falta de capitales del chacarero y a sus memorias agrícolas atrapadas de manera ancestral en el arraigo a la tierra. Es lo que algunos atrevidos o tal vez travestidos como Héctor Huergo y Grobocopatel denominaron la segunda revolución de las pampas. En realidad lo que ocurrió es que el Estado argentino no tuvo políticas para la zona núcleo pero sí la tuvieron claramente los mercados globales, y ellos impusieron un nuevo modelo de agricultura mediante paquetes tecnológicos. Ese paquete se constituyó con la Soja RR, el Herbicida Roundupready y la siembra directa. Durante años desconcertó totalmente a las izquierdas urbanas que permanecieron atadas a sus viejas consignas sobre la propiedad de la tierra y la reforma agraria, sin comprender los profundos procesos de cambios que se producían y sin imaginar que las más de las veces, sus estereotipos sobre el agro, terminaban beneficiando justamente a quienes imponían los nuevos criterios del poder.

Apenas unos años atrás el manejo del mundo a través de los alimentos por parte de una corporación y las patentes hubiera parecido ciencia ficción, y el libro “El Mundo según Monsanto” de Marie Monique Robin una historia de terror. Si a esto sumamos el tema de los biocombustibles, el cuadro espanta. ¿Cómo comunicar lo grave de la emergencia para que todos los entiendan?

-El cómo comunicarlo ha sido justamente uno de los grandes desafíos, y debo reconocer que es también uno de los grandes fracasos que arrastro en lo personal. Hubo en la Argentina durante años, una cerrada negativa a reflexionar sobre estos nuevos desafíos. Tal vez como consecuencia de los grandes fracasos de los años setenta o del congelamiento impuesto a sangre y fuego por la dictadura, los procesos de pensamiento abiertos en los años ochenta bajo la democracia, fueron en general tímidos y provincianos, al menos reacios a una apertura a los nuevos grandes temas que se planteaban a nivel global. El persistir en denostar al imperialismo yanqui a la vez que aprender a convivir con las corporaciones, ha sido por otra parte una extendida práctica a lo largo de diversos gobiernos progresistas en el continente. Se ignora de esa manera, el secuestro de nuestras vidas por las transnacionales, no se quiere ver el modo en que han cambiado nuestras costumbres, cómo han modelado nuestros gustos, cómo nos han fijado al consumo, cómo se han apropiado de nuestra mesa familiar, imponiéndonos los gustos y las marcas de lo que debemos comer y que ellos producen.



¿Cómo podría describir el agronegocio?

-Como un modelo de desarrollo que se nos impuso y que parte del concepto del agrobusiness que alteró la natural relación que sentía de manera existencial nuestra gente con la tierra. Un modelo que aplica la industrialización a los alimentos y genera las llamadas cadenas agroalimentarias y el supermercadismo. Hemos pasado de esta manera, a ser consumidores de comida chatarra de la que nos proveemos en las góndolas de los supermercados, y por supuesto nuestra salud y disposición a la lucha ya no es la misma. No obstante ello, nos cuesta revisar las miradas que otros nos han construido, y persistimos en enfatizar los costados sociales del modelo antes que denunciar su profunda y radical ilegitimidad.

-Ese excelente libro suyo “Pueblos Fumigados”, habla de un genocidio silencioso. ¿Cómo mide el deterioro de la salud pública a lo largo de estos años en que Argentina se ha ido convirtiendo en un mar de soja?

-El libro fue el informe final de casi seis años de llevar a lo largo del territorio una campaña agotadora contra las fumigaciones, develando las relaciones directas entre el uso de los tóxicos de la agricultura y las enfermedades que registraban las poblaciones cercanas. Ya no quedan dudas respecto a que los éxitos de este modelo y los récords de exportaciones se basan en miles de víctimas inocentes y en especial de niños nacidos deformes o crucificados de por vida a sus arneses. Basta recorrer los pueblos sojeros para comprobar a simple vista la abundancia de discapacitados. En su momento le hicimos llegar este informe en forma reservada a laPresidente haciéndole saber de nuestras convicciones respecto a que se estaba constituyendo un agro genocidio y que ello inevitablemente daría lugar en lo porvenir a juicios por crímenes de lesa humanidad. La respuesta que tuvimos fue el súbito interés en la campaña por parte de diputados y miembros del oficialismo que a poco lograron que tanto el interés de la campaña como de las poblaciones pasaran de cuestionar el modelo de la Soja GM a cuestionar el Glifosato, y de pelearle a los monocultivos y al proyecto de sojización tal como hacíamos hasta ese momento, a discutir ahora ordenanzas que fijaran los metros sin fumigación entre las localidades y las primeras líneas de los cultivos. Desde cierta perspectiva, la lucha de los pueblos fumigados había sido derrotada, al menos en la medida en que ya no se pretendía cambiar el proyecto de país productor de soja sino adecentarlo y emprolijarlo, tal como venían reclamando los mercados europeos, que pretendían certificaciones de creciente responsabilidad socio ambiental por parte de las sojeros.

-Usted denunció que antes de irse el ex ministro de Agricultura Julián Domínguez autorizó el uso de ractopamina como aditivo alimenticio para los cerdos destinados al consumo interno, un fármaco prohibido en la Comunidad Económica Europea, que no aumentaría precisamente las “cualidades afrodisíacas” que dicen tienen esa carne. Cuénteme de que se trata. ¿Tuvo algún eco?

-No, sorprendentemente y pese a su enorme importancia, no hubo repercusiones sino en medios alternativos o ecologistas que tienen conciencia de esas amenazas. La Argentina, con más de 23 millones de hectáreas, es el mayor productor de transgénicos del mundo y a la vez el mercado en que se consumen los OGM sin resistencia alguna por parte de la población. Aún más todavía, hay mucha gente que no puede pasarse sin su habitual milanesa de soja transgénica que, en otros lugares del planeta los agricultores dudarían antes de dársela a comer a sus cerdos. Tanto el actual modelo productivo como la Biotecnología no están en discusión, ya sea por los intelectuales críticos como por la oposición política. Se ha reemplazado a nivel país la calidad por la cantidad sin mayor resistencia, se reemplazó una agricultura con agricultores y familias con arraigo a la tierra, por una agricultura a escala y con enormes despoblamientos. No existen todavía ni siquiera poetas que le pongan palabras a la enorme tragedia social que significaron esos millones de desplazados que hoy se amontonan en los interminables cordones periurbanos de extrema pobreza. Peor todavía, nuestra Presidenta se jacta en Europa de que tenemos más del 92% de población urbana, y sin duda ella habla por enormes sectores medios que participan de las dirigencias políticas y sociales y que, lamentablemente piensan de esa manera.

-Tanto en el tema de la soja como en el de la minería a cielo abierto hay un común denominador que es el agua. ¿Es de alguna manera el oro de la nueva colonización? Alguien le abrió la puerta a este proyecto de dominación, ¿cómo describiría esa red de complicidades? ¿Qué debería contener una plataforma política que se ocupara seriamente de la soberanía alimentaria?

-Si bien puede ser verdad la afirmación que contiene la pregunta en relación al agua, no hemos acostumbrado plantear las dependencias desde esa perspectiva, ya que el agua por naturaleza se repone siempre a través de sus ciclos. Aún más todavía, mientras mucho se sabe del agua que se llevan o que contaminan, poco de la que nos traen los miles de barcos de gran calado que usan como lastre y que vienen a buscar la soja. Esa agua proveniente de lejanos puertos y cargada de huevos y larvas extrañas al medio ambiente, es volcada con impunidad en los puertos del Paraná, produciendo impactos inquietantes en los equilibrios biológicos tanto como en la salud de las poblaciones. Creemos que las nuevas colonialidades nos imponen hoy la producción de comodities de exportación y de materias primas, y a ello podemos añadir actualmente una creciente producción de Biocombustibles para los automóviles de Europa. Ese es el proyecto de país que discutimos. En ese sentido la lucha deja de ser ecológica y pasa a ser claramente una lucha política y de diferentes proyectos de país. Ellos proponen un tipo de país atado a los presuntos éxitos del PBI, mientras nosotros proponemos otro país, respetuoso de sus bienes naturales, preocupado por mantener la fertilidad de sus agro ecosistemas y además que se dé como prioridad, la felicidad de sus pueblos. El problema de nuestra dirigencia es que se formaron en los marcos de la modernidad y no conciben una sociedad que se proponga un proceso de Liberación, en la medida que no existen ya países que expresen alternativas al capitalismo. En ese sentido es como se instala por doquier el posibilismo y los discursos casi gramscianos sobre la necesidad de crecer en los intersticios para generar nuevas hegemonías. Esos discursos no son incómodos para el modelo, pero a nosotros nos suelen abrumar, porque niegan que otro mundo sea posible, cuando por lo contrario, vivimos a diario esa experiencia de escaparnos del consumo, de contrariar las normas que se nos imponen, de vivir de otra manera y ejercitar en todos los ámbitos una renovada rebeldía. En buena medida la capacidad de los pueblos para liberarse esta frenada por el peso de esas mochilas de frustración y desencanto de las presuntas dirigencias.

-Desde 1955 hasta acá, sufrió persecuciones, cárcel, torturas, exilio. La cercanía con los gobiernos no parece sentarle bien. Leyendo sobre su vida para esta nota, pensaba que en países dependientes como el nuestro, estar toda una vida en una actitud de “resistencia”, entraña también una victoria. ¿Le parece?

-La llamada Revolución Libertadora fue una catástrofe histórica cuyas consecuencias todavía vivimos como en una renovada pesadilla. Para intentar retomar aquel proyecto abortado, aquel curso de la historia interrumpido, hoy deberíamos tener el pensamiento abierto, estar perceptivo a las nuevas demandas y a las respuestas que se elaboran por todas partes. El mundo es un hervidero de luchas complejas y debemos aceptarlas y saber cuándo aplicarlas en el escenario en que nos movemos. En este sentido es preciso reconocer que es una época fascinante. El común lamentablemente tiene ante lo nuevo un primer gesto de rechazo, de cerrazón intelectual. No podemos ni debemos permanecer atados al pasado, a los viejos modelos que han fracasado o engendraron situaciones autoritarias que enajenaron el presente en nombre de lo por venir. Por lo contrario, hoy debemos ser conscientes de la responsabilidad personal.



LA TIERRA ES LA CASA DEL HOMBRE

“Quien quiere cambiar la sociedad debe estar dispuesto en primera instancia a cambiarse a sí mismo y ello implica hacerse responsable de los propios actos, no importa lo pequeño que ellos parezcan. Si reivindicamos la escala de lo humano no deberíamos abjurar de lo pequeño. El paradigma del crecimiento y la idea del progreso nos condujeron al camino terrible del cambio climático, de la contaminación generalizada y del gigantismo urbano. Hoy ser revolucionario es también el reconocer que existen tres ecologías, la espiritual, la social y la ambiental. Quien no acepta que la Tierra es la casa del hombre no podrá asumir en toda su plenitud su propia humanidad”.
Por Carlos Saglul
FUENTE

viernes, 23 de marzo de 2012

Julio Troxler y la Resistencia

JULIO TROXLER 

RECORDANDO A LOS COMPAÑEROS PERONISTAS, BERNARDO, FEDERICO Y JULIO TROXLER, ...!!!

JULIO TROXLER, el más conocido de los tres,nació el 19 de noviembre de 1926 en la localidad de Florida, Vicente López, Provincia de Buenos Aires. A los 18 años ingresó a la escuela de policía bonaerense “Juan Vucetich” y en 1955 se retiró de la institución policial con el grado de oficial inspector.
Tras la caída del gobierno peronista inició su lucha en la resistencia popular contra los gobiernos oligárquicos y entreguistas que lo sucedieron, siendo detenido en octubre de 1955. Meses después, participó junto a sus hermanos Bernardo y Federico, suboficiales del ejército, en la rebelión que encabezan los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, y que estalló el 9 de junio de 1956, viviendo un episodio increible y casi milagroso cuando pudo escapar de la matanza de José León Suarez.
Las fuerzas represoras, bajo la conducción del teniente coronel Desiderio Fernández Moreno y del comisario Rodríguez Moreno, asesinaron a sangre fria a varios militantes peronistas detenidos el día anterior.
Pudo exiliarse en Bolivia, desde donde continúo su lucha, manteniendo contactos clandestinos con John W. Cooke. Al volver, le toco vivir nuevamente la prisión la tortura, la picana eléctrica fue su "amante" cotidiana, lacerando sus carnes.
En una carta fechada el 16 de octubre de 1958, en ciudad Trujillo, el General Perón delega toda la conducción política y táctica del movimiento peronista en nuestro país en el "Consejo Coordinador y Supervisor del peronismo" del cual, Julio Troxler, era uno de sus 15 miembros.
Durante esta primera resistencia peronista (1955-1958) Perón, desde el exilio, mandaba los famosos “pecinco”, eran instrucciones puntuales a los grupos de militancia. Julio Troxler, fue un personaje clave en la interconexión de los diferentes grupos, que chequeaban rigurosamente los mensajes recibidos antes de ponerlos en práctica en el conjunto del movimiento peronista.
La lucha recomienza al hacerse evidente que Frondizi no cumplirá lo pactado con Perón. Los grupos de militancia formados en La Plata que habían quedado en un compás de espera, volvieron a la accion. Con el derrocamiento de Frondizi, Troxler volvió a la resistencia fue secuestrado, detenido y torturado en varias oportunidades.
En 1971, Jorge Cedrón decidió filmar “Operación Masacre” en 1972, se hizo la filmación en la clandestinidad, bajo el gobierno de facto del General Lanusse.
"Operación Masacre" fue estrenada el 27 de septiembre de 1973, ya en el ejercicio nuevamente de la democracia, con guión de Rodolfo Walsh y el mismo Jorge Cedrón. En la película, Julio Troxler se represento a si mismo, para ser el narrador en la ficción de su drama personal y el de sus compañeros en junio de 1956.
Norma Aleandro, Carlos Carella, Víctor Laplace y Ana María Picchio fueron algunos de sus intérpretes
Con el triunfo Peronista en 1973, el gobernador Dr. Oscar Bidegain, lo nombra subjefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, cargo del que tomo posición activa el mismo 25 de mayo, y ante las autoridades de la Unidad Penal Nº 9 de La Plata, lo ejercio para obtener la libertad de los presos políticos. En el desempeño de sus funciones, lucho con firmeza, para hacer del cuerpo policial una institución al servicio del pueblo y no destinada a la represión del mismo. Sólo 85 días permanecio en el cargo.
Tuvo un breve pasaje por el diario “Noticias”, en el que se desempeñó como jefe de personal y casi de inmediato fue nombrado sub-director del "Instituto de Estudios Criminalísticos" de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, dependiente de la Universidad de Buenos Aires.
Pino Solanas lo invita a participar de otro clásico del cine militante, “Los hijos de Fierro” (1974) película que recién pudo ser estrenada el 12 de abril de 1984, con guión del mismo Solanas basado en el poema de José Hernández. Fueron intérpretes protagonicos, Juan Carlos Gené y Arturo Maly. “Los hijos de Fierro” narra la historia de tres militantes peronistas de base, su lucha desde lo sindical y la resistencia popular. Julio Troxler represento el papel del hermano mayor, personaje que condensa la resistencia, la tortura policial y la cárcel sufrida por el pueblo en esos duros años de represión permanente.
El 20 de septiembre de 1974 en horas de la mañana, fue secuestrado en las inmediaciones de la Facultad de Derecho, cuando iba rumbo a una concentración que se realizaba en la Plaza de Mayo; lo "levantaron" en un Peugeot 504 negro; que después ingresó por la calle Arcamendia hasta desembocar frente al paredón de ladrillos que limita con el terraplén ferroviario, ya en el Pasaje Coronel Rico, en Barracas, los ocupantes del coche lo obligaron a bajar y le ordenaron caminar hacia la calle Suárez en el mismo sentido del vehículo. Julio caminó pocos pasos con las manos atadas a la espalda y cayó fulminado por una ráfaga de ametralladora disparada desde el auto. Así murió asesinado por la Triple A en la Ciudad de Buenos Aires el 20 de septiembre de 1974.
El comunicado de la Triple A decía:

- "La lista sigue. Murió Troxler y el próximo, para rimar, será Sandler".

Para hacer público su acción protagonismo en el asesinato de Troxler, el comando de la "Triple A" envió a los medios periodisticos, una foto de la credencial que habilitaba a Troxler a ingresar en la residencia del General Perón en la calle Gaspar Campos.
El breve comunidado se referia a una lista difundida con anterioridad con los nombres de Rodolfo Ortega Peña, Curuchet, López, Troxler, Sandler, Sueldo, Bidegain, Cámpora, Laguzzi, Betanín, Villanueva, Firmenich, Caride, Taiana, Añón y Arrostito.
Haydeé Leonor Von Wernich, viuda de este histórico militante de la resistencia peronista, se presento en 2007 como querellante en el expediente de investigación judicial, que obra ante el juzgado del juez Norberto Oyarbide. La señora Von Wernich de Troxler es representada por el Dr. Martin Alderete, integrante del organismo de "Derechos Humanos CORREPI Sur".

EL ASESINATO DE JULIO TROXLER, TODAVIA HOY, CONTINUA SIN CASTIGO...!!!

NUESTRO CALIDO RECUERDO PARA JULIO TROXLER, Y SUS HERMANOS BERNARDO Y FEDERICO...!!!

miércoles, 21 de marzo de 2012

César Marcos, atizador de fuegos

 -  | 2 de Noviembre de 2011 ≈ 16:05 | tamaño de texto -+ | versión para imprimir




Por Lila Pastoriza


 

 Lila Pastoriza 
César Marcos fue uno de los principales artífices de la Resistencia Peronista. Personaje de múltiples facetas, autodidacta, fue, entre otras cosas, frutero en el mercado de Dorrego y asesor de John W. Cooke, suboficial del Ejército, escribiente de terceros y, en especial, formador de militantes e intelectuales. Para la mayoría del público su vida y su muerte pasa desapercibidas.
Este luchador popular fanatizó su actividad en charlas, discusiones y tertulias políticas, casi sin dejar testimonio escrito. En las páginas que siguen se reconstruyen aspectos claves de su historia a través de la memoria de sus compañeros y amigos documentos y cartas personales.
- El mayor mérito de la Resistencia fue que logro evitar otro Caseros. Consiguió mantener y trasmitir la pequeña llamita, que el peronismo no se cortara, y eso nos ahorró medio siglo o más (César Marcos, 1972).
Cuando el golpe militar de 1955 derribo al gobierno peronista, César Marcos había transitado más de la mitad de su existencia.
Seguramente nunca antes sospecho lo que vendría: que la vida podía darse vuelta ( ese mundo sin peronismo donde todo cambió, la gente, los hechos, el trabajo, el aire, el sol) y, menos aún, el papel que le tocaría jugar: protagonista central de la Resistencia, iniciaría esa etapa a los 48 años.
- La Resistencia nació el día que cayó Perón, dirá luego. Irrealidad y pesadilla la de esos tiempos… El 16 de junio, las bombas, los camiones, la gente gritando, la masacre, el coraje, la impotencia de aquel milico que disparaba con su 45 a los aviones… O el 19 de septiembre, cuando, muertos de hambre, llegaron con el Bebe Cooke a Santa Fe y Junín, y vieron que en los balcones la gente brindaba con champán y súbitamente Buenos Aires pasó a ser una ciudad extranjera. El cielo entero se nos vino encima. De repente todo se volvió anormal. Como fue anormal, absurda, alucinada, la odisea de la resistencia. Pigmeos contra gigantes…
Una odisea que despunto en las barriadas con los muchachos pinchando los neumáticos, se contagió por guiños y tonadas, se plasmo en la PV del Perón Vuelve adueñándose de las paredes hasta llegar, a puro fervor, a esa -etapa superior del mimeógrafo que alumbro boletines y panfletos.
- EL GOLPE NOS AGARRÓ COMO RECIÉN NACIDOS…
Después del cuartelazo de junio, Perón designó a John William Cooke interventor del Partido Justicialista de la Capital. En la febril actividad del local de Riobamba y Cangallo, el Bebe y Marcos diseñaron el mínimo aparato destinado a enfrentar la inminente clandestinidad.
- Cooke fue el único dirigente que, sin pérdida de tiempo, constituyó un Comando de lucha en la Capital que confió a Lagomarsino y Marcos mientras él estuviera en la cárcel…, dirá Perón en carta a Leloir.


Así surge el Comando Nacional Peronista, paradigma de la intransigencia, cuyo Manifiesto del 24 de febrero del ‘56 levanta una consigna -la vuelta incondicional del General Perón- que prenderá y será bandera.
Junto con Raúl Lagonarsino (que reemplaza a Cooke ya preso) y Marcos, estarán Tristán, de metalúrgicos, Héctor Saavedra, del Frigorífico, Salvador Buzetta, Osvaldo Morales y otros, en aquellas horas, cuando todo debía ser aprendido.
Salvo pocas excepciones, no hubo figuras de primera y segunda línea en la Resistencia, -Del 55 al 58 lucho el pueblo y solo el pueblo, afirma Marcos. Los dirigentes, o fueron detenidos (muchos) o se borraron (la mayoría).
La CGT hizo lo suyo: recomendó paz, silencio y tranquilidad. -La llamamos
CGT negra, como designaban los anarquistas a las instituciones oficialistas.
Abandonaba todo, el peronismo incluso, con tal de mantener su aparato…,
evoca Marcos.
El local de Riobamba funciono a pleno hasta que lo cerraron, en noviembre. -Fue entonces que comenzaron a formarse los grupos clandestinos -relata Saavedra- organizados por Buzetta y César, ambos muy claros ideológicamente.
La primera vez que lo escuché al Viejo habló durante cuatro horas. Mao,
Trotsky, la guerra de guerrillas, todas cosas nuevas para mí. Y ahí nos
entramos a formar…
LEER EN LA TERRAZA
Doña Emilia era hija de campesinos asturianos. Vino a la Argentina muy joven. A los 17 años tuvo a César y poco después a Juanita. Mamá, pobrísima y analfabeta cuando llegó, creía que lo único útil en este mundo era saber.
No sólo aprendió ella a leer y escribir sino que nos enseñó, y ya sabíamos
hacerlo al entrar al colegio, recuerda su hija. Muy inteligente, tesonera, orgullosa, Emilia será tenazmente rescatada por César como vieja luchadora. Trabajaba por horas, lavaba, planchaba. Vivían en piezas alquiladas en casas de familia, siempre en el viejo Palermo o, por Gorriti, por la Rivera de entonces (hoy Scalabrini Ortiz).
Acosados por la pobreza, la lucha diaria era contra el frío y el hambre. En el Colegio N 10, de la calle Pringles recitaba de memoria la historia de Grosso.
Leía de todo -Creo que nació leyendo, que salió de la panza con un libro,
ironiza Juanita. -Gracias a él, muy chica conocí a Wilde, Shaw, Salgari y
Anatole France, que era su pasión. Siempre contaba que a los 12 años leía a
Marx en el tranvía.
Emilia lo mostraba. -No lo expriman, no le gasten el cerebro, repetiría. El se instalaba a leer en el techo, junto al tanque de agua, y ella le cebaba el mate que, acomodado en un balde, César hacía subir con una cuerda. -En realidad, siempre fue un malcriado -precisa Lagomarsino-, a veces pienso que su hábito de leer provenía, en parte, de lo molesto que le resultaba moverse.
Terminados los estudios primarios -los únicos que curso- comenzó a trabajar con un puestero en el mercado Dorrego para luego instalarse allí como frutero. Pero ni el trabajo ni el dinero le atraían. Hacia la crisis del ‘30, el Ejército aparece como posibilidad de supervivencia.
Allí se engancha luego de la conscripción. -Voy a seguir en el Ejército -escribe a su tía Ina-, total, sueldo seguro, jubilación y poco trabajo. (…) Con un par de pesos para darme un gusto, un buen libro y una pebeta que me quiera, el mundo es mío. (…) En casa, como siempre, comemos poco, pero, divertirnos, nos divertimos (…) ¿Andar detrás del dinero? ¡Cualquier día! Es bueno sólo cuando se sabe gastarlo… -
A los 20 años ingresa en la Compañía de archivistas ciclistas que fue donde, al parecer, escribió para otros por primera vez. El beneficiario fue el Coronel Cernadas, un oficial que le tenía mucho aprecio, y luego, otros militares.
Según Lagomarsino, esta función le dificulto obtener el retiro. -Es que lo
necesitaban, estaban encantados. César les escribía cartas, documentos y
discursos. Tuvo un jefe cuya única tarea era ordenar lápices, gorras,
etcétera y marcar, en una lista, posibles ascensos de su grupo. César le
llevaba pilas de papeles escritos. El jefe les medía márgenes con su regla
(debían ser de ocho centímetros) y los pasaba uno tras otro. Jamás los leía. César pidió el retiro cuatro veces antes de lograrlo.


TIEMPOS DE NACIONALISMO
A los 27 años, cuando se casa con Ana Opfer, una hermosa y dulce polaca a la
que transformara en eximía tanguera, César Marcos militaba en el nacionalismo. -Mi madre era judía y papá - que pese a su catolicismo debió
aceptar el rito de ella - la arrastraba, ya en tiempos de la guerra, a los actos neutralistas, relata Púpele (muñequita en idish), su hija Mercedes Raquel Emilia le puso él, aunque la llamó siempre Ñusta, (princesa Inca). Cuando después del golpe del’76, su yerno Mario Kestelboim es incluido por los militares en el Acta Institucional, todos deben irse. -¿Sabés amorcito, cómo figurabas en los papeles de CONAREPA? Como -la vinculada del interdicto-. Decide, ¿no es un lenguaje obsceno? escribiría César a su hija.
En los largos años del exilio el le enviará larguísimas cartas escritas a mano, con esmero, dibujos, poemas e historias. -Antes, Púpele, nuestro silencio era ternura. Pero ahora me emociono de recuerdos y distancias, dirá, para explicar su efusividad.
1944. Marcos asume como titular de la Dirección General de Espectáculos
Públicos. Ya se ha retirado del Ejército. Mientras aun estaba allí se desempeñaba simultáneamente como sargento ayudante y secretario del
Instituto Cinematográfico del Estado. -Por entonces era un entusiasta militante nacionalista y uno de los primeros afiliados al Instituto Juan Manuel de Rosas -relata su presidente. Alberto Contreras-; lo conocí en el 35 y ya era un hombre de gran capacidad, muy modesto, a quien muchos pedían que les escribiera. Y lo hacía. Pero lo más notorio era su poder de convicción, como lo demuestra el caso de Cooke. Cuando conoció a César era unitario y rupturista. El lo convierte y el Bebe se lo lleva de asesor a la Cámara. Lo quería y respetaba.
Marcos elaborará todo el trabajo sobre la oposición al Acta de Chapultepec,
impulsada por los norteamericanos, que Cooke expondrá brillantemente en
Diputados, en disidencia con su bloque.
-SE DIVERTÍA COMO LOCO…
-Mi viejo solía decir que él fue peronista antes de Perón, recuerda su hija. -En un momento, junto con muchos compañeros, encontramos que el peronismo estaba en nuestra línea. Y entonces lo seguimos, reafirmaría el mismo. Al parecer, se vinculó a través del Bebe, cuya casa de la calle Santa Fe frecuentaba asiduamente. En esa época conoció también a Ricardo Guardo a
quien, años después, escribiría un libro, Horas Difíciles.
Por entonces, el serio y atildado Guardo sufría en carne propia las consecuencias de ese activismo bullicioso, alegre y desenfadado, de César y sus amigos. Como aquella vez en que estamparon su firma en una solicitada y el viejo Sánchez Sorondo lo retó a duelo, reemplazándolo su hijo Matías, campeón de florete. Guardo se pasó toda la noche, pálido y estremecido escuchando las lecciones de esgrima de un profesor alquilado mientras César y el Bebe le escribían epitafios y entre carcajadas lo acompañaban, ya en la madrugada, al campo de honor.


En aquellos primeros tiempos de gobierno peronista, César vivía en un departamento alquilado en la calle Azcuénaga 71. Plata había poca y cuando aparecía, César la gastaba. -Una vez que lo indemnizaron se compró el almacén. Llegó muy alegre, con varias copas y un peón que traía de todo. No le quedó un peso. Absolutamente inútil para las tareas manuales, gran charlista, le gustaba beber y fumar. Y, mucho, las mujeres.
Hacia 1950 se separa de Anita y se va a vivir a un departamento de Villa
Luro (que llamaban -la URSS por lo lejano); los libros, que se apilaban por
doquier, sostenían la gran cama con espejos. Una lámpara reemplazaba al
timbre. -Cuando fue allá andaba enamoradísimo. Y durante días, se encerraba a leer.
-Como se había empeñado en hacer de mi un hombre culto (yo era fabricante de sombreros) mi tarea en la URSS era leer y hacerle resúmenes, recuerda Lagomarsino.
Pese a haberse divorciado con la ley dictada por Perón, una y otra vez regresará con su Aniuska. Sin renunciar claro a sus grandes amores, como el
que vivió durante años con -Champa, una enfermera y militante de la Resistencia.
Desalojado de Azcuénaga, sus amigos le ayudan a comprar un departamento en Cangallo y Billinghurst. Allí muere Anita, en 1972. En esa casa, con un balcón atestado de flores, pasará César los últimos quince años de su vida. Lo acompañarán sus libros, los cuadernos y papeles que llena en las noches insomnes y una mujer, Irma. Es donde permanece en los años de plomo cuando el exilio de su familia, sumado a la ausencia y desaparición de muchos
compañeros y amigos lo sume en profundas depresiones. Pero ni sueña con
irse.
Seguirán viniendo los viejos camaradas y llegarán, pese a los malos tiempos, otros nuevos, las cartas, los que vuelven.
-TANTAS VECES NOS MATARON…
-El jefe civil del complot era Raúl Lagomarsino (…). También figuraba en el
comando César Marcos, ex suboficial del Ejército, que ya ha sido fusilado…,
anunciaba en su primera página La Razón, del 11 de junio del 56. En la
mañana del 2, una semana antes del levantamiento del general Valle, seis
dirigentes del Comando Nacional eran detenidos. César, Osvaldo Morales y
Copete Rodríguez, en una vivienda de Laferrere y Carlos Held no lejos de allí, Saavedra al dirigirse a su trabajo.
Efectivos de la Policía Federal y de la Marina los llevan al Arsenal Naval; estarán unos días -desaparecidos hasta ser trasladados al Departamento de Policía.


El grupo estaba al tanto del intento de Valle, pero, firme opositor a la vía del golpe militar, no lo compartía en absoluto. -Nos habíamos reunido con Valle, el coronel González y algún otro un viejo caserón de Belgrano. Nos plantearon que incorporásemos nuestros grupos civiles, que ellos pondrían las armas. Y una condición: cada uno debía entregar su documento de identidad como garantía de la devolución del armamento. Es que para los milicos las armas en manos del pueblo eran peligrosas. Nos negamos de plano a participar, evoca Saavedra.
No obstante el desacuerdo van todos presos y les endilgan cualquier cosa. -Yo tenia un tubito de Asmaspirin, relata Lagomarsino, con el que salí fotografiado en los diarios. Se lo convirtió la droga. Además, éramos homosexuales: un rico industrial sombrerero (yo) con un joven nazi (Held, hijo de alemanes).
Producido el levantamiento, los llevan a fusilar. La noticia de la ejecución sale en los diarios. -A papá lo habíamos visto unos días antes, de lejos al llevarle comida. Cuando leímos el diario corrimos al departamento Y ahí estaba. Esa vez nos dejaron tocarlo, recuerda su hija. La hermana de Lagomarsino se presentará a retirar los restos, a la madre de Morales la llaman para igual trámite. La orden existía, algo impidió que se concretara.
Cuando se lo llevan a Cooke, preso político en Caseros con igual fin, le dicen que Marcos ha sido fusilado por la mañana. -Al devolvernos luego a la celda -relata Cesar- la ropa estaba apiladita junto con el inventario que enviarían a nuestra familia después de ejecutarnos.
A Morales y Rodríguez les avisan que serán fusilados. No lo creen. -Pensé que era un cuento aunque dudé cuando me enviaron el cura a la celda, recuerda el primero. A Saavedra viene a buscarlo la gente del Ejército -para interrogarlo pero la Marina no lo entrega. -¿Ves, pibe, que nosotros no somos asesinos?, me dicen.
El tercer grupo lo pasa peor. Los llevan a la Escuela de Mecánica del Ejército, en la calle Solís, cuenta Marcos: -Era lóbrego ese cuartel en la noche, mal iluminado. Había un montón de tipos armados de civil, los comandos, y un capitán muy buen mozo, altote, de anchas espaldas, con una 45 que me clavaba al preguntarme las cosas más idiotas… Otro capitancito, de la Escuela Superior Técnica, muy bien vestido, bien afeitado, pálido, con los guantes puestos, le preguntó a Raúl (esposado, chivudo, sucio) su fecha de nacimiento. -El 17 de octubre de..!, comenzó a decir y el oficialito lo desmayó de una trompada. Nos miraban con asco, con odio, eso era lo más intimidante.
Y también ocurría lo increíble: como cuando llega un ayudante con café y el escenario cambia, como si le hubieran pasado un trapo húmedo. Yo me animo y pido un café. Y el grandote me alcanza la taza, me ayuda a tomarlo y me da un cigarrillo. Luego, sin transición, todo vuelve a lo anterior. Y nos llevan a la fila para fusilarnos.
A Lagomarsino lo habían sacado para un careo cuando escucha por la radio que a pedido del Papa se suspendían los fusilamientos. -Ni respiraba para no alterar el ambiente. Me llevaron al Departamento. Me pareció hermoso. Me
metieron en un sucucho para las escobas. Hacía un grado bajo cero ese mes de junio. Yo estaba helado, casi desnudo y sin las pastillas contra el asma.
Había un vidrio roto que dejaba entrar el frío y a unas enormes ratas. Me
pasé la noche espantándolas con una caja de fósforos vacía. Por la mañana
algo dormí. Estuve así diez días. Cerca de dos meses permanecieron allí.
Luego los llevaron a Caseros. Se pasaron como mínimo, un año. César salió a
fines del ‘57. Raúl en 1958, con la amnistía.


-MANTENER LA LLAMITA
-El espontaneísmo cubría todo el país. Llegábamos a todos lados pero sin organigramas. En realidad, cada uno se colocó en el agujerito que le correspondía. Y el enorme fervor suplantó a la organización, precisaba Marcos.
Desde el ‘55, la clandestinidad. Iban de casa en casa. -César era un drama, llegaba a un lugar y colocaba los estantes para hacer la biblioteca, se queja Lagomarsino. Pero se arreglaban: -Vivíamos y nos reuníamos en las casas de compañeros, de familias peronistas que nos albergaban.
La gente estaba como loca, quería participar de cualquier modo, recuerda Morales. Empezaban con la propaganda. -Mantener la llamita. Volantes, pintadas, algún apagón si había huelga. -Y fuimos armando los grupos.
Yo organicé el comando Mataderos, el del Frigorífico, el del Barrio Los Perales y otros. Eran de poca gente, que no se conocía entre sí. -César diagramaba ese esquema, relata Saavedra. La cárcel no frenó la Resistencia.
Regularmente, el Comando enviaba los informes a Perón, se giraban las instrucciones y se redactaba la prensa (el Boletín Informativo, El Guerrillero) que algunas compañeras sacaban afuera e imprimían Emmy, Carmen y Tello Castiñeiras.
Esclarecer, mentalizar era fundamental. -Me conocí las cocinas de todos los suburbios de Buenos Aires -cuenta Marcos-, era el sitio donde nos juntábamos como una gran familia, la mesa de hule, el mate, un vino… Hablábamos de Perón (porque estaba prohibido hacerlo) y de qué hacer.
Lo que más nos interesaba era que la gente no se enganchara en las aventuras militares, que entendiera que todo dependía de lo que el pueblo hiciera por sí mismo, que no había coroneles providenciales. Y resultaba difícil.
Esperaban lo inmediato, el golpe.
Uno explicaba durante horas, todos decían estar de acuerdo, y al salir de la reunión, el dueño de casa, sigiloso, cómplice, se despedía y preguntaba  -¿Y… viene el golpe?’.
-Es que lo teórico no bastaba, faltaba la propia experiencia… Saavedra recuerda: -una vez fuimos a una reunión, allá detrás de Caseros. Corren una cama y aparece la entrada a un sótano lleno de gente. Estaba hasta el famoso trío de la CGT negra.
Hablaban de los contactos con militares, de que había que largarse ya. Un dirigente de UTA, dijo, eufórico, que tenía el uniforme de un general.
Nosotros escuchábamos, César no había dicho nada. Entonces habló. -¿Me permite compañero? (no lo olvido más). ¿Sabe lo que yo hago con el uniforme de un general? Me limpio el culo. Se terminó la reunión. ¡Lo que faltaba, milicos que jugaban a peronistas! Era un chiste eso.
EL VIEJO CÉSAR
Agotada la primera etapa de la Resistencia (que culmina con la tajante oposición de Marcos al pacto con Frondizi), habrá otra vez clandestinidad y prisión y diversas posiciones ante las cambiantes contingencias políticas.
En el ‘73, cuando retorna Perón, el escepticismo de César se estrella contra la euforia general: prevé días sombríos. No obstante, desde la Unidad Básica John W. Cooke logra abrir un espacio de discusión entre los sectores de la Tendencia, en momentos en que el clima general no favorecía el diálogo. Más
adelante, su afán de poner vallas al avance de -la patria metalúrgica lo lleva a colaborar unos meses con el gobierno de Calabró, en la provincia de Buenos Aires. Pronto debe alejarse.
Enemigo del Lopezrreguismo y muy crítico de la gestión de Isabel Perón, cree, sin embargo, que hay que evitar el golpe militar. -Si esto se hunde nos hundimos todos, sostenía. Sus posturas y actitudes son polémicas y le granjean críticas. En general, coyunturales.
-En la Resistencia fue una especie de guardián de la doctrina, con una fuerza de principios y una forma de expresarlos enormemente pura, que orientó a los sectores dispersos desde una posición intransigente, sostiene Osvaldo Morales.
Para Pino Solanas (bajo cuya dirección Marcos interpretara a Pardal en Los hijos de Fierro) fue clave en la comprensión de nuestra historia. -Mi generación le debe mucho a César -dice-; nos ayudo ayudó a profundizar nuestra inserción en el peronismo.
Carlos Acuña, de la U.B. Cooke, lo rescata desde los años recientes. -Apostaba a la revolución, a la gente. Lo amábamos al Viejo, era un troesma.
-Todo aquel que pensara en una organización revolucionaria dentro del
peronismo iba a ver al Viejo, cuenta Leopoldo Halperín. -Era una especie de
oráculo. Lo conocí una noche en que Jorge Rulli me llevó a su casa, en los
‘60. César, que funcionaba sólo de noche, estaba rodeado de una inmensa
cantidad de libros y papeles. Discutíamos cómo organizarnos. El mezclaba
anécdotas de sus tiempos, algo de marxismo, metafísica, lecturas de Marechal. Un galimatías. Fumaba muchísimo y hablaba en un estilo casi
conspirativo. Era un autodidacto y sabía como un caballo. Una vez logramos
que diera un curso de historia. Arrancó de los carolingios, iba de las anécdotas de la Resistencia a Childerico. Si lo vieras, con sus hojitas, tan sistemático…
Por allí pasaron muchos: El uturunco Mena, Villalón, Saúl Hecker, Vallota, Pancho Gaitán, el Gallego Alvarez, Licastro, Fernández Valloni, Quique Pecoraro, Mendieta, Eduardo Vacca, el Negro Lamborghini, Pino Solanas, Marcos Raijer, Luis Macaya, entre otros. Su larga e intensa trayectoria explica la multiplicidad de contactos. -Jamás podría haber reunido a todos -dice su amigo Carlos Abalo-; con cada grupo desarrollaba temas específicos.


Sólo él, muy respetado, podía hacerlo. Hombre de consulta, nunca volverá a
embarcarse en alguna corriente interna. -Jugaba de gurú, precisa Alcira Argumedo, -gran francotirador, muy peronista pero muy crítico, era un referente de la sabiduría en el análisis político. Irredimible, seductor, desde su trono, un gran sillón de madera, contaba historias, que era su modo de enseñar a hacer cosas.
La relación con el Viejo no era fácil. -Sobre todo de entrada- Y mantenía siempre una cierta distancia pese a que cuando lograba armar un canal específico, de compinchería, de complicidades, el requerimiento era alto y uno súbitamente descubría una enorme proximidad, relata Abalo. Lo previo,
sin dudas, era el enganche afectivo.
-Después uno tenia que ser activo, pincharlo -anota Francisco Urioste-, y entonces aparecía el Viejo César en todo su esplendor, esa especie de filósofo o de Viejo Vizcacha. Sabía muchísimo pero nunca tiraba sus lecturas sobre la mesa. Después de años uno descubría ese infernal basamento en que sustentaba sus dichos.
Sin embargo, salvo para quienes lo trataron, fue un desconocido. Debe haber tan sólo un artículo firmado por él. Escribió muchos, libros incluso, pero para otros, y centenares de notas, anónimamente, en las publicaciones de la Resistencia, en De Frente. Siempre estuvo en segundo plano, jugando de atrás. ¿Por qué? Algunos lo atribuyen a una gran modestia y generosidad (-Se alegraba cuando triunfaba una orientación suya, no tenía envidias, dice Morales), otros, por el contrario, a su comodidad y a cierta indolencia.
Hay quienes enfatizan algún arrastre de la infancia (-se escondió siempre,
quizá por algún complejo, aventura Lagomarsino) y están los que, como Carlos Abalo, responsabilizan a su afán perfeccionista. -Era un cultor del perfeccionismo. Si su identidad aparecía comprometida, el nivel de exigencia le imposibilitaba escribir. César parece darle la razón. -Sólo me gusta escribir, hasta divertido y despreocupado, cuando no lo hago para mi -dice en una de sus cartas (…) pero expresarme por mí mismo me resulta como un parto interminable y dolorosamente difícil…
Sea como fuere, el resultado fue lo que todos anotan como su mayor déficit: no haber plasmado en una obra que quedara como testimonio objetivo, su enorme conocimiento del peronismo y de la historia.
César Marcos no es encasillable. Intransigente en lo ideológico, flexible políticamente, confió, más que nada, en los sectores populares. Creía que, pese a todo, les llegaría su hora. El detonante sería lo social. Era cuestión de tiempo. Había que esperar, y activamente. Armar redes con los mejores. Juntar cuadros, ideas, cuidar que no se apagaran las pequeñas luces. Atizar los fuegos, mantenerlos vivos. Eso, al fin y al cabo, fue lo que él hizo.


COOKE DE CARNE Y HUESO
John William Cooke moría el 19 de setiembre de 1968. Tenía 48 años. Tiempo después, en unas páginas inéditas, César Marcos intentará esbozar una semblanza del Bebe -tal como era. Molesto con cierta izquierda que armaba una leyenda falsa con pretensiones de bronce y de mármol, tratará de rescatar al hombre de carne, hueso y sangre con todas las debilidades y grandezas.
Marcos no escatima elogios a la actuación pública de Cooke. Lo describe como quien cumpliera -todos los papeles que puede desempeñar un político, salvo el de burócrata y resalta su rol de -teórico, ideólogo, doctrinario fundamental.
Pero también hablará del Bebe que él conoció, el de las escapadas, los poemas y las noches.
Dirá que era un gran bailarín de tango ( -bailaba tan bien que hacía olvidar su obesidad aplastante), -gran jugador de póker y buen jugador de cualquier juego, gran amigo de artistas y de reos y personajes de la noche… Y así, mano a mano en una mesa de fondín, frente a Luisito Dellepiane relataba Verlaine (…), como sabía recordar la musa del Negro Cele, (…) o escandía armoniosamente la límpida y fría belleza del Poema Conjetural.
Y lo evoca tal como lo recuerda, recibiendo a sus amigos en su casa de la calle. Santa Fe. -Completamente despreocupado de su atuendo, que recibía
permanentemente la ceniza inagotable de sus ininterrumpidos cigarrillos, sin embargo, pese a esto y a su gran físico, tenia una presencia agradable que emanaba de sus ojos claros y de su rostro risueño, blanco e infantil..
UNA RELACIÓN FECUNDA
En 1959 yo publiqué un trabajo económico que era muy duro con el peronismo. César, a quien no conocía, me hizo llamar por un compañero. Me dijo que algo tan crítico y que él no podía rebatir, tenía que haber sido escrito por un peronista. Como yo no lo era, quería conocerme. Así comenzó una relación fecunda, por momentos muy intensa (de verse todos los días) y en otros mucho más laxa. Discutíamos mucho y con un sistema: si discrepábamos en un punto, lo repensábamos, escribíamos y volvíamos a abordarlo. Y todo desde un gran afecto -mutuo- y con él instándome siempre a dar rienda suelta a lo que pensaba. Era un peronista en serio; decía que yo también lo era, sin saberlo, ya que criticaba todo lo criticable en el país, y ésa, según él, era función del peronismo. Habiendo tantas diferencias entre nosotros, me costaba a veces entender la base de ese vínculo tan profundo y próximo.
Residía sin duda en los puntos de compinchería que él establecía y desarrollaba: desde las pequeñas complicidades hasta el humor ácido e irónico, la pasión por la historia, la crítica al peronismo (que me hacía pagar con la suya a la izquierda). Esa relación fue única. Si supuso una enorme identidad, pese a las diferencias, fue porque las complicidades denotaban una lealtad mutua, y así el acervo común que se construyó venció todo lo disímil.
Por eso fue también una aventura. Ambos éramos conscientes de ello y nos divertía mucho.
César ocupa un lugar muy importante para mí. Lo recuerdo con muchísimo
cariño y siento que al no estar dejó un gran vacío. A veces pienso que ese
vacío sería menor si lo hubiese visto más en la última época. Pero es una
fantasía. Lo que siento es su enorme ausencia.


Lila Pastoriza, secuestrada sobreviviente de la ESMA
[Texto gentileza de nomeolvides.org]
http://www.agendadereflexion.com.ar/2011/11/02/758-cesar-marcos-atizador-de-fuegos/

martes, 6 de marzo de 2012

Dichos y hechos del gobierno peronista (1946 - 1955)

Autora:Noemí M. Girbal-Blacha (CONICET/ U.N.L.P./ U.N.Q.)

Lo fáctico y lo simbólico en el análisis histórico
1.- Los argumentos de la historia

"Diversidad de historias, singularidad de los historiadores; pluralidad de procesos, subjetividad de maneras de escribir y de hacer"; así subraya Antoine Prost la distancia frente al modelo de una historia ciencia que se afana por construir la verdad absoluta. La afirmación de Prost no significa en modo alguno que el historiador no tenga la libertad de sostener su propia explicación. Su preocupación es dilucidar las exigencias metodológicas que corresponden al régimen de veracidad propia de la historia, es decir, al que se desplaza entre literatura y ciencia. La complejidad de rutas por las que transita la historia hace casi prohibitivo fijar esquemas de evolución lineal.

¿Qué significa entonces el arte de escribir para el historiador? ¿Cómo hace hablar a los documentos de un género especial, que son en sí mismos obras de arte?, se pregunta George Duby. En este contexto, el interés por la reflexión epistemológica cobra hoy en la disciplina histórica un valor creciente, especialmente en relación con la necesidad de desmitificar las certidumbres consagradas. Es imposible, pues, creer que los hechos se imponen por sí mismos, que las verdades de la historia son eternas, ya que la historia siempre es escrita por historiadores inmersos en un tiempo y un medio que influyen en las explicaciones del objeto conocido que él nos proporciona.

La jerarquía científica de la historia se relaciona con su función social, toda vez que ella se vincula estrechamente con el fundamento de la identidad nacional, del espíritu crítico y de la ciudadanía; y si bien la primera se puede construir -según Prost- alrededor de una leyenda, las otras dos necesitan de un "régimen de verdad", no exento de opinión, que es ineludible.

El debate actual se inscribe, por lo tanto, en el reencuentro de dos tradiciones epistemológicas, ninguna de las cuales, por sí mismas, parecen satisfacer hoy a los historiadores. La historiografía francesa da muestras acabadas de ese debate. El modelo de las ciencias experimentales de Claude Bernard y la voluntad de erigir la historia en ciencia domina en esta historiografía desde fines del siglo XIX y se plasma en 1876 en la Revuehistorique. Por otra parte, la ruptura de Annales y su rechazo a la historia acontecimiental no implica una nueva propuesta metodológica. Febvre, Bloch, Lefebvre, Labrousse, y más tarde, Braudel emprenden una crítica de la problemática y de los objetos de la historia, pero no de los métodos empleados por sus predecesores. La tradición epistemológica anglosajona será la encargada de subrayar mucho después la implicancia del sujeto-historiador en la historia que escribe. La época de los primeros Annales, los libros de R. G. Collingwood en Gran Bretaña. La destreza de Carl Becker demostrada en la Conferencia Anual de la American Historical Association en 1931 critica la pretensión de la historia en favor de la objetividad, pero no avanzan más allá.

Recién hacia los años 1970 la historiografía francesa entra en un período de dudas y la "verdad absoluta" es puesta en cuestión por las críticas múltiples, Michel Foucault aborda -bajo la influencia del espíritu del 68 francés- una postura desmitificadora y denuncia una suerte de "golpe de Estado" por parte de la historia y de los historiadores, para imponer a los lectores una determinada visión del mundo.

La "linguistic turn" americana refuerza poco después estas críticas aplicando a los escritos históricos los métodos de una crítica literaria renovada ella misma por el psicoanálisis. La lingüística y la semiótica a través de los trabajos de Hayden White refutan toda pretensión del discurso histórico a hacer conocer la realidad. Los historiadores resultan, a la luz de esta evaluación, sólo generadores de un discurso sobre el pasado.

La respuesta de los historiadores -Roger Chartier, Krzysztof Pomian, Philippe Boutry, entre otros- no se hace esperar. Ellos sostienen que el texto histórico no sólo está sujeto a reglas lingüísticas y literarias; por el contrario se caracteriza por su reporte de la realidad que pretende hacer conocer, y por eso es histórico. Como expone Paul Veyne en esos años 1970, "la explicación narrativa y la construcción literaria del relato son compatibles con la realidad de los hechos y la verdad de las explicaciones". Esta es la posición que hoy comparte la mayoría de los historiadores, que descreen de las grandes interpretaciones y juzgan imposibles las síntesis ilusorias que ponen en peligro una historia comprensiva. Hoy se acepta la pluralidad de interrogantes, la diversidad metodológica y la variedad de fuentes, es decir, se acepta un mosaico de verdades que no son necesariamente complementarias y acumulativas.

El método concebido como un conjunto de procedimientos intelectuales cualesquiera sean; puede entenderse como un instrumento que respeta esos procederes y plantea preguntas a las mismas fuentes para obtener como resultado conclusiones verdaderas aunque no únicas e indiscutibles. En tal sentido relato y cuantificación de la información son recursos complementarios para la epistemología histórica. El primero resume la dimensión diacrónica, singular, acontecimiental; en tanto la dimensión sincrónica, generalizadora, estructural se expresa por cuadros y gráficos. Un estudio que analice el poder de la sociedad debe tener en cuenta -al decir del lingüista Trum Van Dijk- un recurso de control social como el discurso público, porque "la lucha por el poder es también la lucha por la palabra". En una historia económica y social ambos niveles de análisis son necesarios, aunque sus estructuras argumentativas difieran y su uso no sea exclusivo de los historiadores. La historia teje con el relato y el cuadro una trama, una cadena; pasando de una estructura argumentativa a otra, recurriendo a todos los métodos posibles, tanto a la ejemplificación como a la validación estadística. En este sentido la temática que a continuación se aborda en este estudio pretende dar un ejemplo interesante, donde se confrontan ambos procedimientos para construir -desde el juicio crítico- la explicación histórica referida a los mitos y realidades, a lo simbólico y lo fáctico de algunos perfiles del nacionalismo económico peronista puesto en práctica en la Argentina entre 1946 y 1955.

2.- La economía peronista: lo fáctico y lo simbólico
La reforma de la economía nacional es un verdadero desafío para "el coronel de los trabajadores", que después del triunfo electoral del 24 de febrero de 1946, asume -el 4 de junio de ese año- la Presidencia de la República. La redistribución del ingreso en favor de la pequeña y mediana industria del país, se convierte en la base de la política mercadointernista que Juan Perón ejecuta. La reforma financiera de 1946, el I.A.P.I. (Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio) que desde entonces funciona como ente autárquico monopolizando el comercio exterior argentino y derivando las ganancias obtenidas de la venta de productos agropecuarios hacia el sector industrial, permiten al Estado dirigista y planificador liderado por Perón actuar sobre el diagnóstico elaborado por el Consejo Nacional de Posguerra respecto de la realidad socioeconómica del país.

La necesidad de transformar "una economía al servicio del capital" en otra dispuesta a colocar el capital al servicio de la economía, para revertir su connotación "colonial", lo llevan a planificar y proclamar la "independencia económica" con la firma consagratoria de un acta en la histórica Casa de la Independencia Argentina, en Tucumán, el 9 de julio de 1947. Lo simbólico del acto envuelve la realidad, los hechos, que conducen a la nacionalización de nuestra economía.

Con la "recuperación económica los ferrocarriles son argentinos. Los teléfonos son argentinos. El gas es del Estado", recuerda El Manual del Peronista y uno de los tantos libros de lectura para primer grado superior aprobados por el Ministerio de Educación de la Nación en 1952. "Los argentinos tenemos, gracias a Perón, el honor de poseer una poderosa Flota Mercante de Ultramar [...] Las comunicaciones favorecen el desarrollo de la cultura, promueven la Economía y el intercambio y contribuyen a la Defensa Nacional. Perón nacionalizó durante el Primer Plan, todas las comunicaciones", informa el Segundo Plan Quinquenal, en su versión para niños cursantes del quinto y sexto grados de la escuela primaria.

El propósito de "darunidad a la educación del pueblo argentino, formando su conciencia histórica, fijando los objetivos mediatos e inmediatos y exaltando la voluntad ferviente de servir a Dios, a la patria y a la humanidad", como expresa Perón en mayo de 1949, alimenta los mensajes de un discurso cargado de simbolismos que envuelve en un halo mítico varias de las reformas económicas que lleva adelante el Estado nacionalista y popular que él lidera.

La difusión de la "doctrina de independencia económica" se convierte en un objetivo en sí mismo y se insiste desde el ámbito del poder en que "laeconomía ha de orientarse con un amplio espíritu de justicia distributiva. Enseñando a respetar el capital, como que él es trabajo acumulado, pero enseñando también que él no puede ser nunca factor de opresión y esclavitud nacional o internacional".

La pendular "tercera posición", la redistribución del ingreso, la justicia social, la soberanía política y la independencia económica, como principios que dan sustento a la doctrina peronista, se difunden una y otra vez por diversos medios de comunicación y aprendizaje, para convalidar y -a veces- sobrevaluar realizaciones, para reforzar lealtades y generar consenso, reclamando sacrificios cuando las circunstancias así lo exigen.

Si como el Presidente Juan Perón afirma -con un lenguaje sencillo, directo y que se identifica con el común de la gente- "con orgullo de argentino y de peronista", las realizaciones de su gobierno permiten "levantar sobre sus estructuras el edificio de la realidad política y de la realidad social", cómo no revalorizar la repatriación de la deuda externa, la adquisición por parte del Estado Nacional de los servicios públicos y la redistribución del ingreso a través del crédito en favor de la producción industrial y agraria en el contexto de un dinámico mercado consumidor interno. Es a partir de estos argumentos que Perón se considera el creador de "un sistema de economía social, y de haberlo asegurado como realidad nacional por la independencia económica", base del pleno empleo y de la "justicia social" de la cual se benefician entonces los por él revalorizados "descamisados", a través de un discurso que toma al pasado glorioso de la Nación y sus héroes máximos como referencia.

Las realizaciones acompañan el discurso, la voluntad política; el pueblo se siente protagonista y principal beneficiario de ellas; pero cómo conjugar los hechos y los dichos en el ámbito de este gobierno nacionalista y popular que hace del discurso un instrumento de seducción y de poder. Este es el objetivo esencial de este estudio que intenta confrontar el enfoque discursivo y el estadístico, en relación con tres cuestiones claves del nacionalismo económico peronista: la repatriación de la deuda externa, la nacionalización de los servicios y la distribución del crédito.

2.1- Dichos y hechos acerca de la repatriación de la deuda externa
Para un gobierno de rasgos nacionalistas y populares como el que Juan D. Perón inaugura en 1946, la recuperación de la deuda externa argentina representa una singular y simbólica demostración de poder e independencia en la toma de decisiones. Da consistencia a la "tercera posición" y se constituye en un hecho de alta significación doctrinaria, en un componente valioso para la memoria oficial, como marco referencial al cual adscriben sus experiencias los sectores populares.

El rescate total de nuestra deuda externa se logra en 1952. El Estado peronista destaca entonces que el país deudor de $12.500.000.000 se convertía en acreedor por más de $ 5.000.000.000. El tema alimenta el discurso oficial desde tiempo atrás. Forma parte de la independencia económica consagrada en Tucumán el 9 de julio de 1947 y acompaña cada alocución presidencial desde 1946, cuando el Presidente Perón califica a nuestro crédito como "fuerte y sano".

A la luz de la estadística el período 1947-51 indica una tendencia a la baja en las tasa de interés en consonancia con la estabilidad económica, una creciente emisión de títulos de la deuda pública interna que poco atrae el interés del ahorro nacional, y una marcada disminución de la deuda externa que se salda en 1952, con el pago de m$n 12.649.471 perteneciente a las 2 últimas cuotas semestrales del empréstito argentino-británico contenido en el Convenio Roca-Runciman (1933). Se gesta entonces una situación inédita en la historia argentina desde el préstamo Baring Brothers de 1824.

La gran existencia de divisas en el país al finalizar la Guerra Mundial en 1945 y el supéravit de la balanza comercial entre 1946-48 (reiterado en 1953-54) se aplican a la repatriación de la deuda externa, en tanto se expande la deuda interna consolidada y crece el endeudamiento total del país. La primera pasa de m$n 7.653.178.974 en 1946 a m$n 47.017.950.526 en 1955. La deuda total -por su parte- se quintuplica en ese mismo período, pasando de m$n 10.647.260.499 en 1946 a m$n 51.473.793.270 un decenio después. El ritmo de crecimiento del endeudamiento se hace vertiginoso a partir de 1951, cuando deja sentir sus efectos perjudiciales la inflación que desde 1949 -cuando se reforma la Carta Orgánica del Banco Central- acompaña a ritmo cada vez más acelerado a la economía nacional.

El discurso poco informa acerca de estas alternativas y en la memoria colectiva se graba de modo casi indeleble el contenido del discurso oficial que rescata -una y otra vez- la trascendencia de la repatriaciones de la deuda externa, que si bien tiene contundencia real, coloca tras un infranqueable telón el importante incremento del endeudamiento total que vive la Argentina peronista. En medio del cambio de rumbo de la economía nacional, a partir de 1950, el silencio se extiende a temas tales como el acercamiento del país a los Estados Unidos, a través del Eximbank, que en 1950 acuerda a la Argentina un préstamo por 125 millones de dólares destinados a saldar las deudas con los comerciantes norteamericanos. El mutismo sobre los efectos de estas medidas abarca tanto a la ley de inversiones extranjeras de 1953 como a los acuerdos firmados con la California Standard Oil.

Recién en 1955, "en tiempos de crisis universales", el Presidente Juan Perón alude elípticamente a este acercamiento al capital externo, cuando en un breve párrafo del discurso inaugural de las sesiones ordinarias de la Asamblea Legislativa, el 1° de mayo, y en relación con la extracción del petróleo argentino, indica casi como justificación del viraje que "con plena conciencia del significado y de las proyecciones del problema, entendemos que se sirve a los verdaderos intereses del país al posibilitar, dentro de las normas fundamentales de nuestra Constitución, el aporte de recursos adicionales extranjeros".

Como contrapartida y paradójicamente, en la memoria de los argentinos permanece grabado, más allá del cambio operado en la economía por el Estado peronista, un discurso que destacaba hasta un lustro antes un destino de grandeza para el país; aquél que recuerda que "con el dinero argentino de los bancos y con el dinero argentino que nos produjeron los buenos negocios que hicimos con la venta de nuestra producción [...] recuperamos nuestra deuda exterior [...] compramos luego los ferrocarriles, los teléfonos, los puertos, los transportes aéreos y marítimos, los seguros y reaseguros, los servicios de gas, de obras sanitarias, de elevadores de granos, innumerables usinas eléctricas del país".

2.2.- Lo simbólico y lo real acerca de la nacionalización de los servicios públicos
La nacionalización de los servicios públicos es uno de los baluartes de la plataforma electoral triunfante en los comicios nacionales del 24 de febrero de 1946, eje vertebrador de la proclamada independencia económica y un aspecto sustancial de la "lucha antimperialista" impulsada por el peronismo. En ese mismo año es cuando se inician las gestiones diplomáticas y económicas para nacionalizar los ferrocarriles de propiedad británica y el 1° de mayo de 1947 -cuando caducan las exenciones a favor de estas empresas acordadas por la "Ley Mitre" de 1907- el Presidente Juan Perón inaugura las sesiones legislativas ordinarias dando cuenta de la culminación exitosa de las negociaciones entre el I.A.P.I. y los representantes de los ferrocarriles anglo-argentinos.

El 13 de febrero de 1947 la compra de las vías ferroviarias británicas en £135.500.000 y la adquisición de bienes y propiedades en el país de compañías asociadas y subsidiadas por £14.500.000 (un total de m$n 2.482.500.000) es un hecho y cumple -en palabras de Perón- con la "realización máxima de los anhelos patrios en el orden de la recuperación económica". Al decir de Mr. Ryan, el representante de la misión británica, con esta transferencia se cierra formalmente un "período de noventa años de vinculación de los empresas de capital británico en la República Argentina".

El Presidente de la República hace de la "reconquista de los servicios públicos" una bandera doctrinaria, un puntal en la lista de logros de su gestión y un emblema de su política nacionalista y popular de independencia económica. Su mensaje a toda la sociedad es claro en ese sentido cuando explicita que "no se podía dejar en manos extranjeras, un elemento tan importante para la defensa de la Nación". Nada dice -en cambio- de los reiterados intentos británicos para fusionar sus empresas ferroviarias, de la caída de la inversión en este rubro y de los deseos empresariales por liberarse del por entonces poco redituable negocio del riel.

Ningún discurso recoge el contenido de la nota que el 11 de marzo de 1947 el ministro Ramón Cereijo enviara al titular de la cartera de Obras Públicas General (R) Juan Pistarini, donde se reconocía la difícil situación financiera de la Administración General de los Ferrocarriles del Estado, "cuyos recursos actuales resultarán insuficientes-reconocía Cereijo- para solventar los gastos de explotación". El déficit se prevé entonces en unos m$n 73.400.000.

Por otra parte, el precio pagado por los ferrocarriles es materia opinable y nutre el discurso de los opositores. Es más, en el corto plazo da origen a diversas opiniones historiográficas sobre la cuestión. Aquéllos no retacean calificativos para poner de relieve la escasa conveniencia económico-financiera del negocio e indicar que la "ley Mitre" (número 5315 de 1907) es la que establece el derecho de expropiación por el monto del capital reconocido más un 20%. Las devaluaciones monetarias argentinas ocurridas a ritmo más o menos sostenido desde 1935, hace difícil que se respete el valor de los ferrocarriles declarado en el decenio de 1920. La inflación altera los valores de todos los bienes de capital, a lo cual se añade la depreciación por el uso y la vida útil de los bienes que el Estado argentino pretende enajenar. En 1945 el Buenos Aires Herald informa que los capitales británicos invertidos en líneas ferroviarias que se explotan en la Argentina alcanzan a 277 millones de £; es decir, casi el doble de la suma pagada por el gobierno argentino. De todos modos, la especulación en acciones y su traspaso a manos de interesados en la venta de los ferrocarriles no pueden ignorarse.

Al momento de concretarse la transacción, la situación económico-financiera del Reino Unido es difícil. En medio de un clima próximo a la cesación de pagos, el 20 de agosto de 1947 suspende la convertibilidad de la libra esterlina a otras monedas. La Argentina teme por sus 40 millones de £ bloqueadas y la compra de los ferrocarriles se advierte como una operación redituable económica y políticamente para el Estado peronista. Más allá de lo equitativo o no del precio pagado por los ferrocarriles ingleses, la Argentina abona por ellos el precio convenido haciendo uso del derecho de expropiación pero como resultado de la libre negociación.

Completa con esta operación la adquisición de los ferrocarriles extranjeros que iniciara el 17 de diciembre de 1946 al comprar los activos físicos, directos e indirectos, existentes en el territorio argentino de las compañías ferroviarias de capital francés: la Compañía General de Ferrocarril de Santa Fe y la Compañía de Ferrocarril de Rosario a Puerto Belgrano. El precio global de los bienes se fija en m$n 182.796.173,98, que debe pagarse mediante acreditación en una cuenta especial abierta a nombre del Gobierno francés en el Banco Central de la República Argentina; asegurando el Estado argentino la transferencia a Francia en francos franceses al tipo de cambio vigente en el mercado libre. Entre 1946 y 1949, nuestro gobierno adquiere la totalidad del capital accionario de 15 empresas ferroviarias de capitales británicos (12) y franceses (3).

La compra que insume buena parte de las divisas argentinas atesoradas durante la Segunda Guerra Mundial, responde a los principios de la doctrina peronista de lograr una Argentina "socialmente justa, políticamente libre y económicamente independiente", y en ese sentido, la nacionalización de los ferrocarriles contribuye a esos logros y se solidariza con los principios sustentados por algunos representantes del amplio espectro político nacional como Alfredo Palacios, Osvaldo Magnasco, Estanislao S. Zeballos, Celestino L. Pera, Pablo Nogués, entre otros.

La nacionalización de otros servicios públicos: gas, teléfonos, energía; la creación en 1946 de la Dirección de Centrales Eléctricas del Estado que el Plan Quinquenal transforma en Dirección Nacional de la Energía de la cual surgen otros entes autárquicos, consolida la envergadura del programa de nacionalizaciones del Estado peronista, que tres años más tarde se preservan a través del artículo 40 de la flamante Constitución Nacional de 1949. La prestación de los servicios públicos es valorada como "una de las funciones principales del Estado, garante del bien común" y su nacionalización se percibe como una medida "aconsejada por razones políticas, como la seguridad del Estado, y por consideraciones económicas, como el acrecentamiento de la producción [...] y un instrumento de la reforma social".

Una vez más lo fáctico y lo simbólico se confrontan, a veces se oponen, y el historiador navega por ambos para elaborar, a través del juicio crítico aplicado a las fuentes, una interpretación de la realidad pasada capaz de trascender el registro que de ella tiene la memoria colectiva, que cede ante la seducción del discurso nacionalista y popular peronista, para consensuarlo u oponerse; como resultado del ejercicio impulsado desde el Estado -identificado sobre todo después de 1950 con el partido- para sectorizar a la sociedad argentina en dos bandos irreconciliables: peronistas y antiperonistas.

2.3.- Mitos y realidades en la distribución del crédito
"Niño: En la Nueva Argentina, la moneda se acumula sólo en la medida que lo imponga la defensa nacional. El Gobierno la facilita a quien la requiera [...] El crédito tiene una función social: AYUDA A PRODUCIR NUEVO TRABAJO Y NUEVA RIQUEZA PARA EL BIEN COMÚN". Así difunde el gobierno peronista los alcances de su política monetaria y crediticia y de su planificación económica. En este caso el mensaje está destinado a los niños que en 1953 cursan el quinto o sexto grados de la escolaridad primaria, y a quienes -además- se les explica los objetivos y el significado de la planificación económica, de la organización popular, el valor del trabajo, la importancia de la previsión, de la educación, de la ciencia y la tecnología y las características del quehacer gubernativo en favor de la salud pública, la vivienda, el turismo, la acción agraria e industrial, el comercio, así como los beneficios del cooperativismo y el valor de los recursos naturales y su defensa por parte del Estado.

También en este caso -como en los anteriores- la huella que en la memoria colectiva deja el discurso y el mensaje que él encierra, resulta una de las notas de mayor persistencia en la estrategia implementada por el jefe de gobierno y líder del partido. Los receptores se convierten así en verdaderos propagadores y protagonistas de la propaganda gubernamental, que acrecienta el mito de las realizaciones dirigidas a los sectores populares y a sostener el perfil nacionalista de la gestión.

La reforma financiera de 1946 que estatiza la banca y nacionaliza los depósitos propicia un sistema crediticio al servicio de la producción; capaz de asegurar la doctrinaria "justicia social" y promover la redistribución del ingreso en favor de la pequeña y mediana industria que produce para el mercado interno, haciendo uso -en gran medida- de materias primas nacionales. La reforma así propuesta supone reemplazos en el elenco dirigente y cambios en la estructura de poder existente.

La diferenciación de áreas productivas para la asignación del crédito en relación con las distintas entidades bancarias marca una primera diferencia con etapas anteriores. El Banco de la Nación Argentina toma a su cargo el crédito agrario y comercial, el Banco de Crédito Industrial Argentino -creado en 1943- se ocupa del préstamo dirigido a la industria, el Banco Hipotecario Nacional a financiar con garantía hipotecaria las transacciones urbano-rurales y la Caja Nacional de Ahorro Postal encauza el revalorizado ahorro público.

En esa tónica económico-financiera, hasta 1949 el I.A.P.I. (entidad autárquica que monopoliza el comercio exterior argentino) puede derivar las ganancias obtenidas de una coyuntura de precios internacionales cerealeros altos y precios mínimos abonados por el Instituto al productor, en favor del crédito industrial. El intervencionismo directo del Estado se hace sentir y los resultados económicos del I.A.P.I. siguen los vaivenes de la economía nacional, que en 1950 pone en práctica el cambio de rumbo y decide la "vuelta al campo". Entonces, el Instituto se convierte en subsidiario de la producción agraria. A sus utilidades de 560,9 millones de m$n obtenidas en 1948, le suceden las pérdidas por 540,5 millones de m$n, durante la emergencia económica de 1952 y nunca se recuperaría hasta su liquidación, dispuesta por decreto ley 2539 de 1955.

El crédito distribuido por el Estado nacional a través del sistema bancario nacionalizado, acompaña tanto la etapa de crecimiento y reconversión industrial de la economía argentina, como su reorientación en favor del agro a partir de los años ’50; cuando una política, más liberal le otorga un perfil diferente, más tradicional, vinculándola al agro, a la inversión externa y a la reorientación crediticia en un marco de inflación creciente y racionalización. Sólo en ese momento el Presidente Juan Perón admite "que el sentido de nuestra independencia económica no es aislacionista" y hace una propuesta para que puedan "venir a nuestro país todas las empresas extranjeras que deseen y puedan trabajar libremente y tal vez con mayor libertad que en cualquier parte del mundo".

Por entonces sólo se escuchan los ecos de las palabras que pronunciara Perón ante la Asamblea Legislativa el 1° de mayo de 1948, cuando anuncia que "la revolución económica que para ser completa incluye la reforma social, es el signo de nuestra hora", y destaca el valor funcional asignado al crédito en favor de la industria radicada de manera equitativa en las diversas regiones del país, como expresión de lo que Perón denomina el "auténtico federalismo".

Vista la situación a la luz de los números, la cuestión se torna más compleja. En el quinquenio 1943-47 el número de establecimientos efectivamente crece de 65.803 a 101.884, cuando el discurso oficial registra "el índice más destacado de la evolución de la potencialidad industrial del país". No obstante, y a pesar de la prédica oficial, esos establecimientos afirman su tendencia de concentración en la Capital Federal (27%), Buenos Aires (28%), Santa Fe (13%) y Córdoba (10%); es decir, en la zona tradicionalmente más desarrollada del país, como respuesta al creciente consumo interno de las zonas urbanas.

La distribución del crédito acompaña esa concentración. El Banco de Crédito Industrial Argentino, que durante la primera década de existencia beneficia a 43.800 empresas con préstamos por m$n 19.039,1 millones, concentra sus operaciones en beneficio de las empresas que se radican en la región pampeana. En 1945 estos créditos representan el 79,8% de su cartera total; en 1948 ascienden al 88,9% y durante el proceso de cambio de rumbo económico desciende pero tan solo al 83,6% durante 1952 y al 79,2% en 1955. El censo industrial de 1954 refleja la concentración fabril geográfica y por ramas. La ciudad de Buenos Aires aporta entonces el 64% de la producción industrial argentina, superando el 58% que registraba dos décadas antes. Los datos censales no coinciden con la información del discurso oficial que señala que "el 75% de las inversiones del Plan Quinquenal se efectuó en el interior de la República y el 25% en el Gran Buenos Aires". Alrededor de un 50% del producido lo aportan los establecimientos fundados antes de 1930. Las grandes empresas y sociedades anónimas contribuyen con algo más del 40% de la producción total allí radicada. Los rubros textil, metalúrgico, de la construcción, de la alimentación, del transporte y, en general, de los que se asocian a la expansión del mercado interno y la urbanización, como las papeleras, las cristalerías, usinas eléctricas, cementeras y químicas, son los mayores dinamizadores de la economía de los años 1930 y 1940. La confrontación entre discurso y estadística advierte que el gobierno peronista impulsa cambios pero propicia continuidades.

En 1947 el Banco de Crédito Industrial que aporta el 19% del total de préstamos bancarios del país, registra un 36,7% de la totalidad de sus operaciones destinada a pequeños préstamos de hasta m$n 5.000, en tanto un 33,2% es absorbido por 37 operaciones superiores al millón de pesos. En 1952 del conjunto de préstamos de fomento industrial un 34,1% se otorgan a Sociedades Anónimas, un 30,7% a las Sociedades de Responsabilidad Limitada y 11,4% a las por entonces promovidas entidades cooperativas, que en 1945 se benefician con créditos de este Banco por m$n 183.000 y un quinquenio después reciben m$n 12.768.000 por ese concepto.

El crédito genuino al pequeño empresario y a las industrias de crecimiento reciente en una época de bonanza para la economía argentina -con un agro que ve decrecer su importancia- es la imagen de estos años que ha persistido en la memoria de los argentinos. Efectivamente, un análisis de los créditos acordados, indica una preferente ayuda financiera al sector textil y al metalúrgico, especialmente hasta 1950; pero sin que el crédito a los grandes y medianos productores agrarios y a las importantes empresas exportadoras de cereales (Dreyfus, Bunge y Born, La Plata Cereal Co., etc.) se viera interrumpido.

El ramo textil recepciona un 25% promedio de los montos prestados entre 1948 y 1955 por el Banco Industrial. Entre las 63 hilanderías de algodón beneficiadas con este crédito en 1952, hay pequeños talleres, pero también grandes fábricas como Alpargatas S.A., instalada en Buenos Aires en 1884, y que en virtud de su "sólida situación patrimonial y reconocida solvencia moral" se hace acreedora a sucesivos acuerdos por 5 y 10 millones de pesos con destino al pago de jornales, aguinaldos y compra de materias primas, hasta totalizar una deuda con el Banco de m$n 19.500.000 en 1953, a la que puede agregarse la que mantiene con el Banco de la Provincia de Buenos Aires por valor similar y con el Banco de la Nación Argentina, que le asigna sucesivos créditos por 1 y 2.000.000 $. También Textil Oeste S.A. figura entre los grandes establecimientos del ramo beneficiado con sucesivos créditos del sistema bancario y que en 1953 se encuentra entre los grandes deudores del Banco Industrial, del de la Nación Argentina y del de la Provincia de Buenos Aires. Manufacturas Forti Argentina S.A., "La Bernalesa", Establecimiento Argos, Pablo Buder S.A., Textil Ituzaingo S.A., San Andrés S.A.C.I.F., entre otros, adeudan al Banco Industrial, para 1954, sumas que en promedio rondan los m$n 10.000.000.

La metalurgia y la siderurgia, dinamizadoras de la industrialización, se asocian al sector fabril militar radicado en Córdoba; en otros casos, a la producción de máquinas textiles y -a partir de 1950- agrícolas. También en este rubro, junto a los préstamos acordados a los pequeños y medianos talleres, se ofrecen otros, por montos mayores, a los grandes establecimientos como Siam Di Tella, Tamet, La Cantábrica, Gurmendi y la poderosa laminadora Acindar instalada en Rosario, que reciben préstamos del Banco Industrial y del Banco de la Nación Argentina, por sumas que oscilan entre los 5 y los 10 millones de pesos, con destino a evolución, pago de jornales y cancelación de deudas. Para 1953 las empresas mencionadas adeudan al Banco Industrial montos que rondan los m$n 20.000.000 promedio.

En 1950, el cambio de rumbo de la economía argentina con un retorno a la producción agraria, cobra fuerza. "Tan importante como la industrialización del país, es la producción agropecuaria", afirma el Presidente de la República el 1° de mayo de ese año; para añadir en favor de la "campaña de reactivación agraria" que "todo cuanto hemos hecho ha sido precisamente para asegurar un promisorio porvenir a la economía agropecuaria".

El discurso oficial da un giro sustancial y avanza con términos directos para descalificar las críticas opositoras y de los más altos sectores del agro, proponiéndose al mismo tiempo alentar la inversión agraria, reforzar la política de subsidios desplegada desde el I.A.P.I. a partir de los años ‘50 y reactivar la producción agropecuaria a través del crédito de habilitación rural (de bajo interés y largo plazo de reintegro) extendido a los más diversos sectores del campo argentino, completando el impulso tecnológico agrario promovido desde el Estado. De todos modos, un análisis cuidadoso de la composición de los préstamos acordados antes y después de 1950 indica que los grandes productores rurales, estancias, frigoríficos, exportadores de cereales y acopiadores también reciben el beneficio del crédito oficial durante la etapa de promoción industrial.

Los frigoríficos Swift y Sansinena, por ejemplo, se hacen acreedores a préstamos del Banco de la Nación Argentina a partir de 1946 por valores que oscilan entre los 4 y 5 millones m$n y 4 y 2 millones m$n, respectivamente. Desde 1950 el beneficio alcanza a Wilson y Cía, quien obtiene créditos para compra de hacienda y pago de jornales, a pesar de su deuda con el Instituto Nacional de Previsión Social; en medio de una política nacional decidida a impulsar los frigoríficos regionales del litoral y del conurbano para abastecer el mercado interno.

La C.A.P. (Corporación Argentina de Productores de Carnes) que en 1946 registra un activo de $ 77.019.783,22 y un capital liquido de $ 52.359.886,28, recibe sucesivos créditos del Banco de la Nación Argentina y a fines de 1947 le adeuda más de $ 6.000.000. Una corriente prestataria que se mantiene en favor de sociedades anónimas agroganaderas, grandes estancias, empresas dedicadas a la fabricación de maquinaria agrícola y consignatarios de hacienda y grandes empresas comercializadoras de granos, como Bunge y Born Ltda. S.A., Louis Dreyfus y Cía. Ltda., que se hacen acreedores a acuerdos por m$n 2.000.000 y m$n 4.000.000, respectivamente, entre 1946 y 1948. La tendencia se reitera en las operaciones del Banco de la Provincia de Buenos Aires, donde estas firmas también obtienen los beneficios del crédito de esta entidad bancaria bonaerense.

Grandes y pequeños créditos dirigidos a la industria y al agro, antes y después del cambio de rumbo económico ocurrido en 1950, se registran a través de la estadística que, confrontada con el discurso, fija precisiones con respecto a las innovaciones pero también consigna las continuidades del nacionalismo económico puesto en práctica por el peronismo.

Después del Plan de Emergencia de 1952, el crédito bancario procura adaptarse a las directivas presidenciales y a las del Segundo Plan Quinquenal, que intentan mejorar la capacidad técnica de la industria, alentando al agro y reduciendo costos. Se insiste desde entonces en la "selección crediticia".

Una y otra vez mitos y realidades se confunden y se expresan a través de un discurso directo, reivindicatorio, que obliga al consenso, que rescata las realizaciones que el Estado peronista hiciera efectivas hasta 1949 y cuyos ecos se prolongan en el tiempo al calor de la propaganda oficial. El mensaje está dirigido al "auténtico pueblo argentino: al de nuestros hombres y mujeres humildes, al de nuestros ancianos y de nuestros niños, al de nuestros trabajadores; al heroico y esforzado pueblo de los descamisados para quienes reclamo la gloria y el honor de haber abierto en la historia de la humanidad el capítulo de esta Nueva Argentina", recuerda Perón en mayo de 1951. Ellos son los voceros y los protagonistas de la construcción de la memoria oficial, que se nutre de logros identificados en las figuras de Juan Perón y Eva Perón, pero también de sutiles omisiones que el gobierno nacional perfila y refuerza a través de un discurso nacionalista y popular, que impregna la vida cotidiana de los argentinos y la trasciende.

3.- A modo de balance
La repatriación de la deuda externa, la nacionalización de los servicios públicos, los alcances de la pendular tercera posición, la distribución del crédito en favor de los sectores bajos y medios de la sociedad, de los cuales la estadística da cuenta, son algunos de los símbolos más notorios del nacionalismo económico peronista sostenidos por un discurso directo y de gran difusión. Estos hechos que el discurso destaca dejan su huella casi indeleble en la memoria colectiva, hasta conformar una homogénea y casi mítica lectura de esta gestión gubernativa.

Esa lectura no es la única posible. A partir de algunas cuestiones que el discurso oficial omite y que la estadística o los documentos reservados o de escasa difusión registran, es factible reinterpretar los dichos y hechos de la economía peronista y hacerlo a la luz de una explicación más compleja y multicausal; los perfiles que asume entonces esa relectura presenta a la gestión gubernativa de 1946-55 como menos monolítica, más heterogénea, que reconoce profundos cambios pero que también asegura continuidades. El aumento de la deuda interna argentina, los alcances de la oportunidad financiera de la nacionalización de los servicios públicos y los argumentos de las empresas vendedoras, la instrumentación de operatorias crediticias dirigidas a financiar a las grandes empresas de los diferentes rubros industriales -muchos de ellos tradicionales- y a los grandes productores agrarios y comercializadores de cereales, así como el empleo de esos préstamos de bajo interés para pagar salarios, aguinaldo, vacaciones, deudas, etc.; la creciente concentración económica regional en beneficio del Gran Buenos Aires y el eje metropolitano, el crédito acordado por el Eximbank a la Argentina en 1950, la sanción de la ley de radicación de capitales extranjeros de 1953 y los acuerdos con la California Oil Co., quizás por asumir una connotación más liberal, se reducen a su mínima expresión en los discursos oficiales y la oposición hace caso omiso de ellos. La memoria colectiva parece no guardar registro de esos hechos, que -no obstante- también dejan su huella en la sociedad y la economía del país; resultando indicadores claros de que es el propio gobierno peronista quien después de 1950 revisa su política económica y social e introduce significativos ajustes, que se profundizan -pero que no se inauguran- con la "Revolución Libertadora" de septiembre de 1955.

Plantear estos matices de la gestión peronista a partir de la confrontación entre el discurso y los hechos no sólo es necesario sino que resulta un ejercicio intelectual indispensable, estimulante y enriquecedor, para recorrer críticamente los laberintos del complejo pasado argentino y contribuir a matizar sus explicaciones más allá de los mitos que, con extraordinaria fuerza histórica, envuelven y -a veces- distorsionan y homogenizan la interpretación de los hechos. Conciliar lo fáctico y lo simbólico, distinguir -a la luz del juicio crítico- lo mítico y lo real que la memoria colectiva tiende a fusionar, confundir o parcializar, es -o debe ser- la función primordial del trabajo intelectual que lleva a cabo el historiador.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar

lunes, 5 de marzo de 2012

EL INCREÍBLE DECRETO QUE PROHIBIO A PERON Y EVITA.

Decreto Ley 4161, del 5 de marzo de 1956 promulgado por la Revolución “fusiladora” 

Escrito por www.dstecnologia.com.ar/
juan_evita_peron-4-1El siguiente decreto de Aramburu y Rojas, llevado a la practica en todos sus terminos a partir de la caida del Gobierno Peronista, refleja con que saña se persiguio al pueblo justicialista.
EL INCREÍBLE DECRETO QUE PROHIBIO A PERON Y EVITA.
Decreto Ley 4161, del 5 de marzo de 1956 promulgado por la Revolución “fusiladora”

El siguiente decreto, llevado a la practica en todos sus terminos a partir de la caida del Gobierno Peronista, y  es un testimonio historico en referencia al trato que recibieron los dirigentes y militantes Peronistas por aquellos años, tambien refleja con que saña se persiguio al pueblo justicialista

D. LEY 4161, 5 DE MARZO DE 1956 (A. DE M.) -  PROHIBICIÓN DE ELEMENTOS DE AFIRMACIÓN IDEOLÓGICA O DE PROPAGANDA PERONISTA

(Boletín  Oficial 9/3/1956)

Visto el decreto 3855/55 (6) por el cual se disuelve el Partido Peronista en sus dos ramas en virtud de su desempeño y su vocación liberticida, y Considerando: Que en su existencia política el Partido Peronista, actuando como instrumento del régimen depuesto, se valió de una intensa propaganda destinada a engañar la conciencia ciudadana para lo cual creo imágenes, símbolos, signos y expresiones significativas doctrinan artículos y obras artísticas:

Que dichos objetos, que tuvieron por fin la difusión de una doctrina y una posición política que ofende el sentimiento democrático del pueblo Argentino, constituyen para este una afrenta que es imprescindible borrar, porque recuerdan una época de escarnio y de dolor para la población del país y su utilización es motivo de perturbación de la paz interna de la Nación y una rémora para al consolidación de la armonía entre los Argentinos.

Que en le campo internacional, también afecta el prestigio de  nuestro país porque esas doctrinas y denominaciones simbólicas, adoptadas por el régimen depuesto tuvieron el triste merito de convertirse en sinónimo de las doctrinas y  denominaciones similares utilizadas por grandes dictaduras de este siglo que el régimen depuesto consiguió parangonar.

Que tales fundamentos hacen indispensable la radical supresión deseos instrumentos o de otros análogos, y esas mismas razones imponen también la prohibición de su uso al ámbito de las marcas y  denominaciones comerciales, donde también fueron registradas con fines publicitarios y donde su conservación no se justifica, atento al amplio campo que la fantasía brinda para la elección de insignias mercantiles.

Por ello, el presidente provisional de la Nación Argentina, en ejercicio del Poder Legislativo, decreta con fuerza de ley
Art. 1º   Queda prohibida en todo el territorio de la Nación

a)       La utilización, con fines de afirmación ideológica Peronista, efectuada públicamente, o propaganda Peronista, por cualquier persona, ya se trate de individuos aislados o grupos de individuos, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, sociedades, personas jurídicas públicas o privadas de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas artículos y obras artísticas, que pretendan tal carácter  o pudieran ser tenidas por alguien como tales pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del Peronismo.

Se considerará especialmente violatoria esta disposición, la utilización de la fotografía retrato o escultura de los funcionarios Peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto el de sus parientes las expresiones “peronismo”, “peronista”, “ justicialismo”, “Justicialista”, “tercera posición” la abreviatura PP. , las fechas exaltadas por el régimen depuesto las composiciones musicales  “Marcha de los Muchachos Peronista” y  “Evita Capitana”  o fragmentos de las mismas, y los discursos del presidente depuesto o su esposa o fragmentos de los mismos.

b)       La utilización, por las personas y con los fines establecidos en el inciso anterior, de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrina artículos y obras artísticas que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales creados o por crearse, que de alguna manera cupieran ser referidos a los individuos representativos, organismos o ideología del Peronismo.

c)       La reproducción por las personas y con los fines establecidos en el inciso a),  mediante cualquier procedimiento, de las imágenes símbolos y demás, objetos señalados en los dos incisos anteriores.

Art. 2º  - Las disposiciones del presente decreto-ley se declaran de orden público y en consecuencia no podrá alegrarse contra ellas la existencia de derechos adquiridos. Caducan las marcas de industria, comercio y agricultura y las denominaciones comerciales o anexas, que consistan en las imágenes, símbolos y demás objetos señalados en los incs. a) y b) del art. 1º.
Los Ministerios respectivos dispondrán las medidas conducentes a la cancelación de tales registros.  

Art. 3º  - El que infrinja el presente decreto-ley será penado:



a)       Con prisión de treinta días a seis años y multa de m$n: 500 a m$n. 1.000.000

b)       Además, con inhabilitación absoluta por doble tiempo del de la condena para desempeñarse como funcionario público o dirigente político o gremial;

c)       Además, con clausura por quince días, y en caso de reincidencia, clausura definitiva cuando se trate de empresas comerciales.

Cuando la infracción  sea imputable a una persona colectiva, la condena podrá llevar como pena accesoria la disolución.

Las sanciones del presente decreto-ley será refrendado por el Excmo. Señor vicepresidente  provisional de la Nación y por todos los señores ministros secretarios de Estado en acuerdo general.

Art. 5º  - Comuníquese, etc. –


Aramburu – Rojas  - Busso – Podestá Costa – Landaburu – Migone. – Dell´Oro Maini – Martínez – Ygartúa – Mendiondo – Bonnet – Blanco – Mercier – Alsogaray – Llamazares – Alizón García – Ossorio – Arana – Hartung – Krause.

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